Antes de la pandemia, la provincia de Tucumán ocupaba un lugar destacado en el mercado mundial del limón. La fruta registraba cotizaciones favorables para la exportación y las superficies destinadas al cultivo alcanzaban casi 50.000 hectáreas; la producción llegó a superar los 2.000.000 de toneladas. Ese escenario permitió a la actividad citrícola regional consolidarse como un pilar económico y social en la provincia.

Sin embargo, la realidad actual presenta un giro pronunciado. Para 2025 se proyecta una caída de la producción cercana a las 500.000 toneladas y se han perdido en torno a 10.000 hectáreas de cultivo. Detrás de ese retroceso se combinan factores de mercado, decisiones productivas y transformaciones del uso del suelo.

En los años recientes, el mercado internacional experimentó una sobreoferta de limón que presionó los precios a la baja. La merma en la rentabilidad llevó a muchos productores a replantear sus alternativas: algunos optaron por diversificar con cultivos como naranja, caña de azúcar, mandarina o pomelo; otros vieron más atractiva la reconversión hacia actividades no agrícolas, como desarrollos inmobiliarios. En varios casos, las plantas de limón fueron erradicadas para dar paso a barrios privados o complejos comerciales, alterando la estructura tradicional de la producción local.

A esto se suma un fenómeno preocupante: la proliferación de fincas abandonadas. Parcelas sin manejo, sin control de plagas ni de malezas y con frutas sin cosechar se multiplican en el mapa provincial. Según estimaciones de la Estación Experimental Obispo Colombres, solo en 2025 se registrarían entre 3.000 y 4.000 hectáreas en situación de abandono. El deterioro de estas superficies impacta tanto en la capacidad productiva como en la sustentabilidad ambiental y sanitaria de la región.

La conjunción de precios deprimidos, cambios en la matriz de cultivos y la presión por usos del suelo alternativos explica en buena medida la retracción del limón tucumano. A futuro, la recuperación de la actividad requerirá señales de mercado más favorables, políticas públicas de apoyo a la reconversión productiva y a la recuperación de fincas degradadas, y medidas que desalienten la desprotección de los predios frente al avance de la urbanización de gestión privada.

Sin intervenciones coordinadas, la provincia corre el riesgo de perder no solo hectáreas y volumen de producción, sino también parte de su tradición y conocimiento vinculados a un cultivo que fue, hasta hace pocos años, emblema de la región.

Antes: fincas de limón; hoy: barrios privados