La cultura del juego, cada vez más naturalizada, avanza entre los adolescentes a un ritmo alarmante. Las estadísticas y señales sociales muestran un crecimiento sostenido de las apuestas —principalmente deportivas— entre los más jóvenes, tanto en su formato presencial como en el universo digital. El mecanismo de recompensa aleatoria y la promesa constante de un posible premio se convierten en el anzuelo perfecto para una generación hiperconectada.

La exposición es constante y transversal: carteles en la vía pública, influencers e ídolos deportivos que promocionan casas de apuestas, periodistas de renombre esponsoreados por las mismas marcas y camisetas de clubes que llevan el logo de sitios de juego. En ese entorno, muchos adolescentes encuentran en las apuestas una fuente de adrenalina, evasión o incluso una aparente salida económica, sin advertir que detrás hay un camino que puede derivar en una adicción silenciosa: la ludopatía.

Ante esta situación, las alertas se multiplican. La Iglesia advirtió recientemente sobre el avance “exponencial” del juego online en todo el país, especialmente entre jóvenes y menores de edad, y reclamó al Estado que aumente las restricciones para el acceso a estos sitios, así como mayores controles sobre su publicidad, incluso en clubes de fútbol.

Desde el Gobierno nacional, el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) informó que en lo que va de 2025 se logró el bloqueo de más de 1.000 sitios ilegales de apuestas que permitían la participación de menores. Estas acciones forman parte de una política de prevención y combate del juego ilegal, que también involucra campañas de concientización.

En la Ciudad de Buenos Aires, el gobierno porteño y Lotería de la Ciudad lanzaron la campaña “Hablar es ganar”, que busca promover el diálogo y la concientización en torno a los riesgos de las apuestas online en adolescentes. El enfoque es integral e interdisciplinario, y apunta a padres, docentes y adultos responsables, con mensajes como: “Si creés que tu hijo apuesta, apostá por el diálogo” o “Si apostás ilegal, perdés siempre”.

En paralelo, se aplicaron bloqueos específicos en más de 1.270 sitios ilegales en la red pública BA WIFI, así como en 1.770 escuelas públicas, y se desactivaron 916 perfiles de redes sociales que promocionaban plataformas de juego no autorizadas. También se enviaron cartas documento a influencers y figuras públicas que difundían estos contenidos.

La expansión del juego online entre adolescentes plantea un nuevo desafío social, educativo y sanitario. Mientras las herramientas tecnológicas permiten detectar y bloquear, la prevención real requiere una mirada integral: educación, límites, conciencia y, sobre todo, presencia adulta activa. Porque cuando el juego deja de ser entretenimiento, las consecuencias pueden ser devastadoras.