El último fin de semana, en un rincón de Tucumán, ocurrió una escena que haría sonreír a cualquier guionista de comedia de enredos. La ruta provincial 344, un escenario habitual para los conductores, se transformó en un teatro del absurdo: decenas de billetes de $1.000, esparcidos como si una tormenta de dinero hubiera pasado por allí, provocaron un caos de frenadas bruscas y maniobras que harían palidecer a cualquier instructor de manejo. 

Los testigos, entre ellos un grupo de automovilistas con más ganas de llevarse a casa una fortuna que de pensar en la seguridad vial, se lanzaron a la banquina como si fueran a recoger caramelos en un desfile. Pero la realidad, como suele pasar, tenía un giro inesperado: esos billetes, tan perfectos que hasta el hornero del diseño se sentía orgulloso, no eran más que una trampa publicitaria de una plataforma de apuestas online. 

¿Quién dijo que la creatividad no tiene límites, eh? Los billetes, en apariencia reales, llevaban en su reverso un código QR que, al escanearlo, conducía a un sitio de juegos de azar. ¿Te imaginas la escena? Automovilistas vestidos de héroes en busca del tesoro, solo para descubrir que lo único que se llevaban era un dolor de cabeza y quizás un par de multas por obstrucción del tránsito. 

Fiasco y un poco de vergüenza

"¡La fortuna se escurrió entre nuestros dedos!", debieron pensar, mientras el tráfico se detenía y las bocinas sonaban como una sinfonía de frustración. Las autoridades, al enterarse de la situación, no pudieron evitar levantar una ceja. Desde el Ministerio Público Fiscal de Tucumán, comenzaron a evaluar la situación y a preguntarse si esta maniobra publicitaria, que podría haber terminado en tragedia, debería tener consecuencias legales. 

Billetes voladores: la trampa publicitaria que causó caos en Tucumán

Un oficial de tránsito, con toda la razón del mundo, señaló que algo así podría tener resultados desastrosos. Porque, claro, detenerse en medio de una ruta no es el mejor plan, a menos que quieras conocer a fondo el parachoques del auto que viene detrás. Y no solo eso, los billetes falsos terminaron desparramados por los campos y cursos de agua cercanos, dejando a la flora y fauna del lugar preguntándose qué demonios había pasado. 

¿Acaso las aves se confundirían y empezarían a picotear esos papeles, pensando que eran un manjar? Mientras los vecinos de Los Sosa se rasgaban las vestiduras por el despropósito, se escucharon voces de descontento. 

La búsqueda de la vitalidad y los límites

María Ledesma, una comerciante del lugar, no pudo contener su indignación: “Es una locura lo que hicieron... Pensé que había caído plata de un camión de caudales. ¡Hasta los niños salieron a la ruta!” 

Y así, entre enojos y caras de preocupación, la comunidad se preguntó si esta idea de marketing valía realmente la pena. La Dirección de Defensa del Consumidor de Tucumán se enteró del asunto y, como si fueran los detectives de la publicidad engañosa, empezaron a investigar. Porque al final del día, lo que parece una genialidad puede convertirse en un boomerang peligroso. 

La búsqueda de la viralidad digital no puede jugarse con la seguridad vial ni con la vida de los ciudadanos, y este episodio nos recuerda que la creatividad tiene sus límites, y que no se deben cruzar en un intento por ser el rey de la publicidad. Así que ante esta lluvia de billetes, la moraleja es clara: no todo lo que brilla es oro, y a veces, lo que parece una oportunidad puede ser solo un truco del destino. La investigación continúa, y todos nos preguntamos: ¿quién será el próximo que se pase de creativo?