Una de las dudas que se pasa por la cabeza de cualquier usuario al momento de comprar un celular es saber cuándo dejará de funcionar. Algo que es inevitable porque estos dispositivos no están hechos para durar para siempre y por efectos naturales de su uso algún día ya no serán útiles.

Para tener una respuesta más cercana a esa posible fecha de caducidad de nuestro teléfono, hay que tener en cuenta dos factores: la batería y la finalización del soporte por parte del fabricante. Estos dos aspectos son los primeros que van a indicar el momento en el que quizás el dispositivo ya no sirva o su funcionamiento ya no sea óptimo.

En promedio, la duración de un celular oscila entre los tres, cuatro o cinco años. Esto depende del ritmo de uso, cuidado y la frecuencia de actualizaciones de seguridad y rendimiento. Por lo que será normal empezar a notar una merma en el procesamiento del teléfono después de los tres años de uso, más allá de que algunos logren alargar ese tiempo de vida.

La importancia de la batería

Uno de los componentes más críticos en cualquier móvil es su batería. A lo largo del tiempo, su rendimiento puede disminuir de manera notable, lo que afecta la autonomía y la eficiencia en general del dispositivo. Cuando la batería comienza a mostrar señales de fallo, es un indicativo importante de que el celular podría estar llegando al final de su vida útil.

La mayoría de los fabricantes de smartphones ofrecen información sobre la salud de la batería de sus dispositivos en la configuración del sistema. Allí es posible verificar la capacidad de la batería y su estado de salud, lo que dará una idea de si necesita ser reemplazada. Si la capacidad de la batería ha disminuido significativamente, es un indicio de que el dispositivo podría no durar mucho más.