Durante la temporada de lluvias, los residentes de la provincia comienzan a preocuparse por las aguas descontroladas que bajan de las montañas. Los Pizarros, San José de La Cocha, Domingo Millán, El Sacrificio, La Florida, Alto El Puesto (Graneros), Santa Ana, Río Chico, La Madrid y Finca Cornet son algunos de ellos, de sur a norte, con regularidad los efecto del clima.

Son localidades en donde en los verano el paso de las crecientes dejan huellas devastadoras. Socavones gigantescos, caminos y canales destruidos. También casas a punto de desplomarse en los vacíos profundos que abrieron las correntadas.

Más de  20 familias de la zona de El Sacrificio-La Invernada, deben ser reubicadas en razón de los riesgos que corren de terminar arrastrados por los torrentes. “Urge brindar seguridad a esta gente de cara al verano que se aproxima. Después puede ser demasiado tarde”, advirtió afligido Carlos Castro, comisionado comunal.

Causa

Castro y Alfredo Fernández, de la comuna de San José (La Cocha), coinciden en que los problemas de las aguas que bajan desenfrenadas del pie de cerro y avanzan sobre caminos y poblaciones, se generan en las fincas de limones y otras producciones que surgieron hace pocos años en la zona. Se practicaron entonces talas indiscriminadas.

“Desde esos campos, que antes eran montes, ahora el agua baja sin control o contención hacia los caminos que terminan destruidos”, apuntaron. El socavón de Alto El puesto se constituye en la muestra más emblemática de la furia que adquieren las crecientes. Tiene unos 200 metros de extensión, 100 de ancho y una profundidad de más de 10 metros. En los últimos años se tragó una escuela y otras tres viviendas. También es otro ejemplo inquietante las crecientes que se sucedieron en La Madrid.

¿Habrá alguna solución a este drama que se repite todos los años?

Mientras se proyectan obras hídricas de distintas envergaduras y costos, Jorge Carrero Valenzuela, director de Suelo de la Secretaría de Desarrollo Productivo de la provincia, confía en que los desbordes van a ir siendo contenidos o mitigados a medida que se avance en los campos en la aplicación de la nueva Ley Provincial de Suelo 9.374 promulgada en el 2020. Por ahora son pocos los que se adecuaron.

“Esta norma tiene como fin comprometer al sector productivo a realizar acciones tendientes a disminuir el escurrimiento generado en los campos de cultivo. Son disposiciones que fueron abordadas desde un concepto que apunta a atender las externalidades negativas y que incluye cambios en el estado de los suelos e intervenciones en las cuencas hidrográficas”, explicó en una entrevista al diario La Gaceta.

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“La ley, en esencia, contempla el tratamiento de sucesos en la visión de la microcuenca hidrográfica. Antes solo se abordaba de una manera más limitada a nivel de finca. Ahora se la amplía considerando los ríos que pasan por la zona en que están las propiedades”, precisó. “Lo que se propone, y ya se está haciendo en algunos casos, es que cada propietario ordene su finca a través de prácticas estructurales como de laguna de laminación, canales de guardia, siembra de terrazas y curva de nivel y/o estructurales como descompactado”, añadió.

El funcionario acotó que en la actualidad ya no hay prácticas masivas de desmontes. Sin embargo admitió que los hubo y ahora “el suelo acusa ese impacto”. “Las consecuencias se la está abordando, pero no con la intensidad o amplitud que desearíamos en razón de que disponemos de una estructura técnica acotada compuesta por cinco técnicos. Quizás se necesite el doble o más para recorrer los campos. Entonces el proceso de adecuación a la nueva ley sería más rápido”, expuso el profesional.

Carrero Valenzuela, al referirse a las tareas que desplegó su repartición, aseguró que con las maquinarias que dispone, en el interior tucumano se abrieron alrededor de 91 kms de canales en el transcurso de este año.

Advirtió que estos trabajos van a lograr mitigar el ingreso de agua a los hogares de miles de habitantes y al mismo tiempo los daños en los caminos de la red terciaria.