El resurgimiento del oficio de zapatero
El reflejo de un cambio en los hábitos de consumo, en el que la reparación se ha vuelto una alternativa viable para muchas familias.
En la provincia de Tucumán, un fenómeno ha cobrado relevancia en el ámbito del calzado: muchas familias continúan enfrentando dificultades económicas que les impiden adquirir un par de zapatos nuevos. Esta situación ha llevado a un resurgimiento del oficio del zapatero, donde los talleres se han convertido en un recurso esencial para aquellos que buscan arreglos más accesibles y funcionales para su calzado.
Un equipo del noticiero local Los Primeros visitó el taller de Juan Carlos y su hijo Abel, quienes comparten no solo un legado familiar, sino también una realidad que se repite en muchas partes del país. En sus palabras, Juan Carlos manifestó que "se está incrementando un poco los arreglos ya que está más caro fabricar un calzado. Hay gente a la que no le alcanza para un par nuevo". Este testimonio refleja un cambio en los hábitos de consumo, en el que la reparación se ha vuelto una alternativa viable para muchas familias.
Abel, por su parte, complementó la afirmación de su padre, indicando que “la gente viene por un cambio de planta, un remiendo, un refuerzo o buscan comprar un cordón”. Esta demanda creciente de servicios de reparación no solo se limita a la estética del calzado, sino que también abarca aspectos más funcionales y de salud. Problemas como los cayos, pie plano, pie de cristal, dedo martillo o juanete han llevado a muchas personas a buscar la ayuda de un zapatero, puesto que suelen requerir calzado específico que no se encuentra fácilmente en el mercado convencional.
El taller de Juan Carlos y Abel, ubicado en la calle Lamadrid 3372, en San Miguel de Tucumán, se ha adaptado a estas necesidades. "Hacemos todo tipo de calzado para cualquier tipo de problema en el pie", concluyó Abel, resaltando la importancia de su labor en un contexto donde la accesibilidad y la personalización se han vuelto cruciales.
Este fenómeno en Tucumán pone de manifiesto un cambio en las dinámicas económicas y sociales en la provincia, donde la tradición del oficio de zapatero no solo sobrevive, sino que también se transforma para satisfacer las necesidades de una población que busca alternativas ante las crecientes dificultades económicas.