El secreto mejor guardado de los asadores: para qué más usan la sal
Además de resaltar el sabor de la buena carne, la sal cumple una función que no muchos conocen.
En el arte de la parrilla, cada detalle cuenta. Y si hay un elemento que nunca debe faltar junto a la carne y el fuego, ese es la sal.
Pero más allá de su uso como condimento esencial para realzar el sabor, los asadores más experimentados le han encontrado una función menos conocida y sorprendentemente útil: esparcir sal gruesa o entrefina directamente sobre las brasas.
¿El objetivo? Lograr una cocción más controlada y sabrosa.
Un truco simple que mejora el asado
Según reveló la Asociación Amigos del Asado, esta técnica no es nueva, pero en los últimos meses volvió a ganar popularidad gracias a un video viral de un influencer gastronómico que explicó con detalle los beneficios de este sencillo recurso.
Entre los principales efectos, la sal actúa como regulador del fuego. Al caer la grasa de la carne sobre las brasas, suele generarse un humo espeso que, además de invadir el ambiente, puede impregnar la carne con un sabor desagradable.
La sal, al absorber parte de esa grasa antes de que se queme, reduce notablemente la humareda y permite mantener la intensidad de los sabores auténticos.
Además, estabiliza la temperatura del carbón: esparcir sal sobre las brasas ayuda a que duren más y a mantener un calor más uniforme. Esto resulta ideal para cortes de cocción lenta como la costilla, el vacío o el matambre.
Control del fuego sin apagar las brasas
Otro beneficio poco difundido es su capacidad para controlar pequeños focos de fuego. Si alguna llama se descontrola, lanzar sal sobre las brasas ayuda a sofocar el incendio sin apagar completamente el calor necesario para seguir cocinando.
Este método, si bien no sustituye a un extintor y no debe aplicarse en incendios mayores, es ideal para contratiempos menores durante la parrillada.
En la cocina, también tiene sus usos: los cocineros veteranos la utilizan para cortar llamas repentinas provocadas por aceite caliente, o incluso para absorber derrames, como el de un huevo crudo, o limpiar restos pegados en ollas y sartenes.
La sal, aliada más allá del sabor
“La sal gruesa es un aliado invisible en el ritual del asado”, afirmaron desde la Asociación. “Sirve para condimentar, para mantener el fuego a raya y, sobre todo, para que el sabor final sea el que buscamos: puro, ahumado con elegancia y sin sobresaltos”.
Ahora lo sabés: la próxima vez que enciendas las brasas, no solo lleves sal para la carne. También esparcí un puñado sobre el carbón. Tu fuego, y tus comensales, te lo van a agradecer.