Fernando Bazán Güemes es descendiente del general Martín Miguel de Güemes. Hijo de militar, hermano de un coronel y padre de un capitán del Ejército Argentino, su linaje y convicción lo conectan profundamente con la historia de su antepasado. Bazán Güemes es abogado, escribano, profesor universitario de Derecho Romano en la Universidad Católica de Salta, abogado litigante y asesor jurídico del Ministerio de Gobierno de Salta. Con motivo de conmemorarse hoy, 17 de junio, el Paso a la Inmortalidad del general Martín Miguel de Güemes, dialogó con El Tribuno para reflexionar no solo sobre su figura histórica, sino sobre los desafíos éticos, culturales y sociales que atraviesa la sociedad.

El general salteño fue una figura clave de las guerras de independencia. Nacido el 8 de febrero de 1785, se destacó por organizar y liderar las milicias gauchas que resistieron las invasiones realistas en el norte argentino. Su papel fue crucial para sostener la retaguardia del ejército libertador de San Martín. Murió el 17 de junio de 1821 tras ser herido en una emboscada, víctima de una traición orquestada por sectores acomodados salteños.

El paso a la inmortalidad del general no solo implica un hito militar, sino también un emblema de valores: la entrega total a la Patria, la lealtad a los ideales y la lucha desde el interior profundo. Esta entrevista con Fernando Bazán Güemes intenta recoger esa herencia y proyectarla al presente.

Fernando Bazán Güemes: "Cuando los funcionarios no cumplen su palabra, no están pensando en la Patria"

¿Qué significa para usted, como descendiente del general, esta fecha del 17 de junio?

En esta fecha, yo creo que nos compele a todos los ciudadanos a hacer una introspección como sociedad desde el punto de contraste que tenemos con la situación histórica de la muerte de Güemes. Su muerte fue fraguada por los mismos habitantes de Salta, de un sector acomodado de la sociedad, y trunca el plan sanmartiniano. Con ello no se logra el ansiado proyecto de San Martín de que Güemes subiera por el Alto Perú, mientras él descendía desde Valparaíso (Chile), para consolidar la libertad de América.

Usted habla de una traición. ¿Cómo interpreta hoy ese hecho histórico?

Sí, lo veo como una traición. Es un hecho que nos retrotrae a la Pascua cristiana, al beso de Judas. La entrega del general por sus propios comprovincianos. Y, lamentablemente, esa traición histórica nos interpela en la actualidad. Hoy, como sociedad, estamos renunciando a los principios que la muerte de Güemes dejó latentes. El principio fundamental y rector fue que él no resignó sus ideales. Murió como vivió: gloriosamente. Fue siempre consecuente con lo que creía y pienso que esa muerte nos lleva a nosotros a revisar de qué se trata nuestra propia existencia social hoy en día, donde hemos resignado los principios.

¿En qué aspectos siente usted que hemos renunciado a esos principios?

Hoy hasta a Dios se lo ha sacado de las escuelas. Güemes murió como un cristiano fiel. Según las crónicas, recibió los santos viáticos de la Iglesia Católica. Y hoy, en algunas instituciones educativas, ofende la existencia de un crucifijo. Esos son síntomas de una sociedad que ha resignado valores. Y no es solo una cuestión religiosa: es una renuncia a principios fundantes, éticos, que hacían a la identidad del pueblo.

Continuar con nuestra identidad gaucha y con los valores. No debemos perderlos porque nos desdibujaría la existencia propia del pueblo".

¿Qué vinculación hace entre esos principios y la política actual?

Cuando los funcionarios no cumplen su palabra, cuando se valen del poder para asegurarse el futuro económico, no están pensando en la Patria. Y cuando nosotros, como ciudadanos, votamos, no pensamos que alguien dio su vida para que fuéramos libres, entonces no somos consecuentes con ese ideal de morir por la Patria, de darlo todo por ella. Esa es la reflexión que me queda en este día.

En Salta hay una fuerte tradición de festivales folclóricos. ¿Qué piensa sobre estas formas de recordar al general?

Yo invito a una revisión sobre este tema porque nosotros debemos conmemorar la muerte de Güemes. Por eso no es propicio para mí, como descendiente del general, realizar festivales folclóricos y demás por la muerte de él, porque murió en una circunstancia muy dolorosa. Fue una traición, entonces pienso eso: más que celebración, es una conmemoración. Debiéramos celebrar sí, con festivales y demás, el día de su natalicio (8 de febrero de 1785) pero bueno, es algo que divide a la opinión pública, porque algunos están en favor y otros en contra, pero como descendiente uno nunca celebra la muerte de un ser querido.

¿Cuál es, entonces, la verdadera enseñanza que nos deja Güemes?

Continuar con nuestra identidad gaucha, argentina, con los valores que tenemos y que no debemos perder porque nos desdibujaría la existencia propia del pueblo. Debemos conservar. Dicen que los salteños somos conservadores y bendito sea que así es, porque, como decía Nicolás Avellaneda, los pueblos que olvidan su historia, sus tradiciones, pierden la conciencia de su destino. Es importantísimo saber de dónde venimos para poder saber adónde vamos.

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Valores que perduran

En tiempos donde los principios parecen diluirse, Fernando Bazán Güemes propone mirar hacia atrás con profundidad. La muerte de Güemes, lejos de ser un evento festivo, es para él un llamado a la reflexión. Un momento de silencio, de pausa, y de preguntas necesarias. ¿Qué hemos hecho con la libertad por la que luchó? ¿Dónde están hoy los valores que lo guiaron hasta el último aliento?

Para Bazán Güemes, la conmemoración no solo es un deber familiar, sino un acto de ciudadanía. Y es en esa memoria viva donde quizás, como sociedad, podamos encontrar el rumbo que parecemos haber perdido.

/ElTribuno