Cada 23 de julio, Argentina se viste de tradición para conmemorar el Día del Payador, una fecha que rinde homenaje a un arte poético musical con profundas raíces en Sudamérica. Esta efeméride no es casualidad, sino que rememora un hito histórico que marcó un antes y un después en la payada.

La elección de este día en particular se debe a un memorable contrapunto que tuvo lugar en Paysandú, Uruguay, en 1884. En aquella ocasión, los talentosos Juan de Nava y Gabino Ezeiza se enfrentaron en un duelo de ingenio y arte. La victoria fue para Ezeiza, oriundo de San Telmo, Buenos Aires, cuya brillante improvisación inspiró posteriormente su reconocida canción "Saludo a Paysandú".

Fue la trascendencia de este evento la que llevó a Argentina a declarar el 23 de julio como "día festivo" a mediados de 1992, celebrándose el primer Día del Payador en el país cuatro años después.

La payada no es exclusiva de Argentina; su influencia se extiende por diversos países de Sudamérica

El duelo de la improvisación

La payada, con más de dos siglos de historia en la región, es un arte que combina la poesía con la música, donde el payador demuestra su destreza en la guitarra y, fundamentalmente, su habilidad para improvisar y rimar con la voz al ritmo de las cuerdas.

El payador tiene la habilidad de elaborar la historia, la rima y el canto acerca de lo que sucede en el momento cuando está payando, o sobre temas que le propone su público. Por lo general, acompaña con guitarra sus versos octosílabos.

El corazón de este arte se encuentra en el "contrapunto", un encuentro entre dos payadores que, a través de versos improvisados, se responden mutuamente, creando un diálogo musical y poético. Esta "competencia cultural" no solo evalúa la originalidad de cada artista, sino también su rapidez mental para responder en cuestión de segundos a su "rival".

Un contrapunto puede extenderse desde unos pocos minutos hasta horas, finalizando únicamente cuando uno de los payadores no encuentra una respuesta a la payada de su oponente.

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