Las condiciones climáticas continúan siendo un factor determinante en el inicio y propagación de incendios en zonas agrícolas y periurbanas. A pesar de la implementación de prácticas preventivas, la residual combustibilidad de los cultivos puede potenciar el riesgo de fuego. En la campaña anterior (2024) se registró la quema del 18% de los cañaverales implantados, un dato que, aunque inferior a las proyecciones iniciales, estuvo influido por heladas severas que incrementaron notablemente la vulnerabilidad de la masa vegetal y, por ende, la probabilidad de que se produzcan quemas involuntarias o descontroladas. Según la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), hasta el 11 de agosto de 2025 la superficie quemada acumulada alcanzó las 14.289 hectáreas.

En Tucumán, durante los meses de zafra y de mayor sequía —particularmente agosto y septiembre— cualquier foco ígneo puede propagarse con rapidez hacia los cañaverales y desencadenar incendios de mayor magnitud. Por esta razón, la prevención comunitaria constituye un componente esencial de la estrategia de mitigación. Se solicita a la ciudadanía extremar las medidas de cuidado: evitar la quema de residuos domiciliarios, no arrojar fósforos ni colillas de cigarrillos en áreas susceptibles de inflamación y abstenerse de encender fuego en pastizales, cañaverales o rastrojos. Resulta asimismo crucial prohibir la utilización de la quema como método de limpieza de banquinas, caminos vecinales y canales.

Incendios en Tucumán: cuántas hectáreas de caña de azúcar quedaron arrasadas

Frente a los daños ambientales, productivos y sanitarios que conlleva la práctica de la quema, la Mesa de Gestión Ambiental (MGA) de Tucumán, junto a productores, industriales y organismos públicos y privados, promueve las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) como alternativa sustentable para la cosecha y manejo de residuos de caña sin recurrir al fuego. Estas prácticas buscan reducir el riesgo de incendios, mejorar la eficiencia productiva y contribuir a la preservación del suelo y la biodiversidad local.

Desde hace 11 años, productores y empresas de la provincia optan por la certificación LocalG.A.P.Caña de Azúcar sin Uso del Fuego”, un esquema alineado con los estándares internacionales de GLOBALG.A.P. que certifica, de forma voluntaria y anual, que todo el proceso productivo se realiza sin quema. Este protocolo, impulsado por la MGA, garantiza trazabilidad y sostenibilidad en las etapas de producción y manejo poscosecha, promoviendo prácticas que disminuyen la emisión de contaminantes y el riesgo de incendios.

Como resultado de este esfuerzo concertado, la caña de azúcar se consolidó como la agroindustria con mayor superficie certificada en la provincia. En 2024 se alcanzaron 59.117 hectáreas bajo la certificación LocalG.A.P., cifra que demuestra un crecimiento sostenido desde 2014, cuando se certificaron los primeros lotes. A esas superficies se suman aproximadamente 5.000 hectáreas certificadas bajo GLOBALG.A.P. que igualmente se gestionan sin quema. En lo que va de 2025, la superficie certificada roza las 60.000 hectáreas, reflejando la continuidad del proceso de certificación y la adhesión del sector a prácticas agrícolas más responsables.

La continuidad de estas políticas y la cooperación entre instituciones, empresas y ciudadanía resultan indispensables para reducir la frecuencia e intensidad de los incendios agrícolas. La combinación de normativas, certificaciones y medidas preventivas locales conforma una estrategia integral que, además de minimizar riesgos inmediatos, contribuye a la sostenibilidad del sistema productivo y a la protección del ambiente y la salud pública en la provincia.