En varios barrios porteños —Flores, La Paternal, Caballito, Villa Crespo, Saavedra— reaparecen banderas y carteles con la consigna “No al cierre de grados”. El motivo es la decisión del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires de suprimir secciones en escuelas públicas primarias, especialmente en los primeros grados. La medida, que aún no fue comunicada en términos definitivos y dependerá del cierre de las inscripciones el 7 de noviembre, ya impactó en establecimientos concretos que recibieron la notificación de cierres.

Las secciones son las divisiones por curso dentro de un grado —por ejemplo, 1.º A y 1.º B—. En la escuela centenaria Francisco de Vitoria, en Villa Crespo, la cooperadora fue informada de que en 2026 quedarán sólo un primer y un segundo grado, cuando hoy hay tres secciones en cada uno. “Entre los tres primeros suman unos 25 estudiantes”, dice Eliana Kuriss Dick, presidenta de la cooperadora, y advierte que juntar a esos alumnos en menos aulas dificulta el seguimiento individual, en particular porque la escuela recibe incorporaciones a lo largo del año y alumnos con diagnósticos o trayectorias educativas diversas.

Un caso similar se vive en la Escuela Provincia de La Pampa, en Flores, donde se negoció que el cierre alcance finalmente a un solo grado: se mantendrán dos secciones de primer grado y habrá un único segundo, lo que implica que parte del alumnado no compartirá la continuidad pedagógica con la maestra de este año. Una docente interina que prefiere reservar su identidad subraya que la escuela es receptora de estudiantes migrantes y de barrios vulnerables, con trayectorias educativas interrumpidas, por lo que duplicar la cantidad de alumnos por aula puede afectar procesos de aprendizaje y de contención.

Las cifras oficiales muestran una caída sostenida de la matrícula: entre 2020 y 2025 se redujo el ingreso a primer grado de 41.117 a 30.686 alumnos. La tasa global de fecundidad de la Ciudad cayó de 1,86 hijos por mujer en 2006 a 1,09 en 2023, el nivel más bajo registrado. Desde el Ministerio porteño explican que esa baja demográfica se traduce en aulas con matrícula muy reducida y citan una resolución de 1997 que exige un mínimo de 15 alumnos por sección en primaria. El argumento oficial sostiene que agrupar secciones puede favorecer mejores condiciones de aprendizaje y la socialización entre pares.

Menos alumnos, menos aulas: la baja de natalidad obliga a escuelas porteñas a cerrar grados

No obstante, organizaciones como Vacantes para Todxs ponen en duda la totalidad del razonamiento: destacan que el ministerio dejó de publicar, desde 2018, cuántos chicos quedan sin vacante en la escuela pública. Patricia Pines, referente de la ONG, recuerda que antes de la inscripción online había miles de familias sin lugar y que la falta de información actual impide conocer cuántos intentaron inscribirse en escuelas estatales y no consiguieron vacante. Además, plantea que maniobras administrativas —asignar jornada completa en lugar de simple o derivar a modalidades distintas— pueden desalentar la inscripción pública.

Docentes advierten sobre las consecuencias pedagógicas concretas. Carolina, maestra en la Escuela Primera Junta de Caballito, sostiene que pasar de 15 a 25 alumnos en un primer grado reduce la posibilidad de enseñanza personalizada y de acompañamiento para quienes presentan diagnósticos o trayectorias interrumpidas. Señala también el deterioro de la educación especial y teme que la supuesta inclusión se efectúe en un contexto donde los recursos y la atención individualizada son insuficientes.

Uno de los episodios más controvertidos es el traslado proyectado de la primaria Fray Justo Santa María de Oro, en La Paternal, para ceder el edificio a la escuela secundaria Argentinos Juniors, que deberá abandonar el predio del club para que el club amplíe su cancha. El traspaso implica una relocalización forzada de alumnos y comunidades educativas, y se produce luego de que el club incumpliera un compromiso de mantener una escuela en su predio hasta 2100 a cambio de beneficios impositivos.

Frente a estas medidas, familias y docentes multiplican protestas y acciones: abrazos a la escuela, banderazos, recolección de firmas y otras actividades de visibilización. El temor recurrente entre docentes y padres es la pérdida de la continuidad pedagógica, la mezcla de grupos con necesidades muy diversas y la reducción de la calidad de la atención educativa para los alumnos que más requieren seguimiento.

En síntesis, la política de reestructuración de secciones en escuelas primarias porteñas se enmarca, según el Ministerio, en un proceso demográfico de baja natalidad y en normas vigentes sobre matrícula mínima por sección. Para las comunidades escolares afectadas, sin embargo, la medida implica un choque con realidades de inclusión, movilidad estudiantil y trayectorias educativas fragmentadas. Queda por aclarar, además, la magnitud real de la falta de vacantes en la escuela pública de la Ciudad: un dato que el Ejecutivo local no publica desde hace años y que condiciona la interpretación completa del ajuste en la oferta escolar. Mientras tanto, las aulas continúan cerrándose y las comunidades se organizan para intentar frenar o atenuar los cambios.