La cumbre bilateral tiene lugar en un contexto económico tenso: tras la intervención de Estados Unidos en el mercado cambiario argentino y la confirmación de un swap por 20.000 millones de dólares, el Gobierno adelantó la posibilidad de un “acuerdo comercial inédito”, planteando expectativas sobre medidas conjuntas que podrían atenuar la volatilidad cambiaria y reconfigurar flujos comerciales, mientras analistas y actores económicos observan con cautela los alcances reales de los compromisos que se firmen.