La tradición cristiana occidental nos enseñó todo lo que en general sabemos de los Reyes Magos. Que eran tres, respondían a los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar y que guiados por una estrella, llegaron al pesebre de Belén con regalos para el Niño Jesús.

También nos podemos imaginar sin mucho esfuerzo como fue que esa breve escena bíblica terminó haciendo del 6 de enero una de las fechas más importantes para la industria y el comercio de juguetes.

Pero hay muchas cosas que no conocemos sobre estos entrañables personajes, responsables de noches de insomnio para chicos que los esperaban ilusionados y para padres, atareados en el montaje del escenario que representaría su fugaz visita anual.

Quiénes y cuántos fueron en realidad los Reyes Magos

Para empezar, no fueron reyes ni magos. Sus títulos nacieron de sucesivas adaptaciones y, en algunos casos, confusiones, surgidas del abordaje que le fueron haciendo a su historia, numerosos autores a lo largo de los siglos.

Lo de reyes se relaciona con un pasaje de la Biblia, más precisamente en el libro de los Salmos, donde anunciando la llegada del Mesías, se alude a reyes de Arabia y Etiopía que le ofrecerán regalos. Los portadores del oro, el incienso y la mirra que mencionan los Evangelios provenían de esas latitudes.

Lo de magos es un poco más complejo, ya que deriva de una serie de adaptaciones de vocablos en diferentes idiomas antiguos, arrancando por el "maguusha" persa, que significaba "sacerdote". Los griegos lo cambiaron a "magoi" y em latín pasó a ser "magus".

Pero el vocablo original aludía a los sacerdotes persas, avocados a la búsqueda de la divinidad en base a las señales que aparecían en el cielo. Si se quiere, fueron los primeros astrónomos, de ahí que se les atribuya haber llegado al lugar del Ncimiento guiados por una estrella fulgurante.

Quiénes y cuántos fueron en realidad los Reyes Magos

En cuanto al número, basta leer la Biblia para advertir que en ningún pasaje se dice que fueran tres. Es más, numerosas excavaciones arqueológicas en lugares que sirvieron de refugio a los primeros cristianos, muestran dos, cuatro, seis e incluso ocho de ellos.

Ya en los siglos VI y V, los santos León Magno y Máximo de Turín fijan en sus escritos el número ahora impuesto, basándose justamente en la cantidad de obsequios que presentaron ante el Rey de los Judíos.

También de esa época data la primera mención escrita de los nombres hoy impuestos. Con el tiempo, su fisonomía fue variando hasta adoptar rasgos que representaban a los típicos de los continentes conocidos y a las tres edades del hombre durante su paso por esta Tierra.

Quiénes y cuántos fueron en realidad los Reyes Magos

La historia conocida nos dice que los Reyes Magos, después de conocer a Jesús, fueron advrtidos en un sueño de que no debían volver a lo de Herodes a contarle su experiencia porque la intención del rey era matarlo.

Su rastro desaparece así de los textos sagrados, pero no para siempre. En el año 300, Elena, madre del emperador Constantino, halla restos humanos que los habitantes de Saba atribuían a los Reyes Magos.

Las reliquias fueron guardadas en Constantinopla, hasta que otro emperador, Manuel, decide obsequiárselas al recien nombrado arzobispo de Milán, Eustorgio, en el año 1148.

Pocos años más tarde Federico barbarroja saquea Milán, roba los restos de los Reyes Magos y los traslada a lo que hoy es Alemania, donde se los cede al arzobispo de Colonia, Reinaldo de Dassel.

Quiénes y cuántos fueron en realidad los Reyes Magos

Las reliquias comienzan a atraer peregrinos, por lo que en 1248 se decide edificar la Catedral de Colonia, que tras 632 años de obras acabó convertida en el templo gótico más grande de la Europa septentrional.

En el corazón del imponente edificio se ubica el relicario que contiene los restos atribuidos a los Reyes Magos. Se trata de una impreisonante obra de orfebrería cuyo valor es hoy imposible de calcular.

Se compone de tres sarcófagos acomodados en forma de pirámide, dos en la base y el trcero apoyado sobre los otros, compuestos de una base de madera recubierta de oro y plata, decorada con filigrana sobre la que se incrutaron unas mil piedras preciosas.

Alguna vez en el siglo XIX los sarcófagos fueron abiertos. En su interior se observaron monedas de oro y restos humanos, pero no había nada que sirviera para certificar que pertenecieron a los míticos personajes que visitaron el Pesebre.

Eso claro no impide que el lugar sea epicentro de peregrinaciones aún hoy. Tampoco que la fecha, unificada hace siglos por la Iglesia para la celebración de la Epifanía y la festividad de los Reyes Magos, se haya convertido en un día cargado de tradiciones que cada pueblo fue ornamentando con sus costumbres propias.