El episodio ocurrido en la puerta de Radio Mitre, donde el sindicalista Marcelo Peretta agredió al periodista Eduardo Feinmann, reavivó la tensión entre actores del mundo mediático y sindical en la Ciudad de Buenos Aires. Testigos del hecho y un video difundido por el sitio Bardeo News muestran al dirigente del sector de Farmacéuticos y Bioquímicos esperando al comunicador en la calle Mansilla, proferiéndole insultos y protagonizando un acto de violencia que fue interrumpido por la rápida intervención de terceros.

De acuerdo con la versión difundida por medios y por el propio Feinmann en sus redes sociales, Peretta se acercó a la puerta de la emisora para objetar críticas realizadas por el conductor y exigir una disculpa. Las imágenes, sin embargo, exhiben una actitud hostil y física del gremialista, a quien se lo ve con un comportamiento prepotente pese a su magro respaldo en las urnas: en mayo de este año Peretta se presentó como candidato a legislador porteño y terminó último entre 17 partidos, con el 0,13% de los votos (2.082 sufragios). Aun así, volvió a inscribir su candidatura con vistas a las elecciones nacionales previstas para octubre.

El incidente no pasó a mayores gracias a la intervención del economista Guillermo “Willy” Laborda, integrante del programa radial de Feinmann, y de una oficial de la Policía de la Ciudad que se hallaba en la zona.

Manuel Adorni, vocero presidencial, expresó públicamente su respaldo al periodista: “Mi total solidaridad con Eduardo Feinmann, quien fue agredido a la salida de su programa de radio por algún energúmeno que seguramente solo entiende las prácticas violentas como único método de expresión”.

No se trata de un hecho aislado en la trayectoria pública de Peretta. En marzo de 2022 fue filmado mientras insultaba y golpeaba a Gustavo Jorge Gallo, un abogado vinculado a la Asociación de Distribuidoras de Especialidades Medicinales (ADEM). La denuncia policial de aquel episodio señaló que Gallo sufrió golpes en el rostro y el cuerpo y que incluso habría sido empujado hasta rodar por unas escaleras. El caso plantea una serie de cuestiones sobre los límites entre la protesta, la agresión y la responsabilidad pública de quienes ocupan roles gremiales o buscan representación electoral.

También vuelve a poner en primer plano la necesidad de garantizar la seguridad de los trabajadores de prensa en el ejercicio de sus tareas y de abordar con rigor episodios de violencia protagonizados por figuras públicas, independientemente de su peso político o electoral.