Tensión en la Facultad de Filosofía y Letras tras la toma de la institución
Los profesores dictan clases en plena avenida en protesta por el veto al financiamiento universitario. La policía intervino y la crisis educativa se profundiza
En un contexto de creciente malestar por el veto al financiamiento de las universidades públicas, alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT tomaron una medida inusual: dictar clases en la vereda de la transitada avenida Brigido Terán.
Esta manifestación pacífica, que buscaba visibilizar el deterioro de la educación superior, fue interrumpida por la intervención policial, lo que derivó en denuncias de intimidación por parte de la fuerza hacia los manifestantes.
Situación controlada
El comisario César Paz, jefe de la zona 3, explicó que no hubo confrontaciones físicas, pero justificó la presencia policial debido al caos vehicular generado por el corte de la avenida. “Nos reunimos con el centro académico de la facultad, donde nos informaron que iban a dictar clases cortando la avenida. Les dijimos que no podían hacerlo porque afecta a quienes necesitan transitar por aquí”, señaló Paz. A pesar de la advertencia, los estudiantes procedieron con la protesta, llevando sus clases a cielo abierto.
Finalmente, tras negociaciones, la avenida fue liberada y los alumnos continuaron sus clases sobre la vereda. “No hay problema con que estén en la vereda, incluso pusimos seguridad para evitar accidentes y que los peatones puedan circular sin inconvenientes”, agregó el comisario.
Sin embargo, la tensión no se disipa. Estudiantes denunciaron que la policía intentó remover carteles de la facultad, aunque las autoridades policiales aclararon que respetan las manifestaciones dentro del establecimiento. “Nos comprometimos a garantizar la seguridad hasta el jueves, cuando se llevará a cabo una nueva reunión para decidir los próximos pasos”, comentó Paz.
El conflicto tiene raíces profundas en la precarización de la educación pública. Un profesor de Geografía, con 25 años de trayectoria, expresó su frustración: “Estamos formando a las futuras generaciones, pero no tenemos los recursos necesarios. Es triste ver en qué estado están las instituciones. No puedo ni siquiera llevar a mis alumnos a un viaje de estudios”. El docente también lamentó su salario, que no supera los 900 mil pesos pese a su antigüedad. “Esto es mi vocación, pero el gobierno no nos escucha. Queremos que se visibilice el estado en el que se encuentra la universidad y nuestro trabajo”, concluyó.
La comunidad académica sigue movilizada, exigiendo respuestas a una crisis que afecta tanto a docentes como a estudiantes, y que pone en jaque el futuro de la educación superior en el país.