Alerta en la Patagonia: una especie invasora se está comiendo animales más grandes y preocupa a las autoridades
El animal, introducido hace casi un siglo para la industria peletera, se ha transformado en una plaga que pone en riesgo la biodiversidad local. Las autoridades intensifican las campañas de control para frenar su avance.
El avance del visón americano en la región patagónica argentina ha generado una creciente inquietud entre las autoridades del Parque Nacionales, que lo han catalogado como una plaga debido a su rápida expansión y al impacto negativo que provoca en la fauna nativa.
Este pequeño mamífero carnívoro, que no supera el peso de un kilogramo, posee la sorprendente habilidad de cazar presas significativamente más grandes que él, así como una notable capacidad para adaptarse a distintos ecosistemas, lo que complica las iniciativas destinadas a su control.
Hernán Pastore, referente de Fauna de la División Patagonia Norte de Parques Nacionales, indicó al diario Río Negro que “se llevan a cabo campañas de control de manera continua, enfocándose especialmente en áreas prioritarias, como los sitios de reproducción del pato de los torrentes o del macá tobiano”.
Estas campañas de control utilizan dos tipos de trampas: las de captura muerta, que son comunes en las proximidades de ríos donde habita el visón, y las de captura viva, que se emplean en otras zonas con el propósito de preservar especies nativas.
El visón americano se expande en el sur argentino y preocupa a las autoridades
La preocupación entre los especialistas no es un fenómeno reciente. Sin embargo, en los últimos años, el crecimiento de la población de visones ha cobrado mayor visibilidad. En Santa Cruz, por ejemplo, los visones han llegado a colonizar regiones de estepa, hábitats donde previamente no se habían registrado.
La notable capacidad de adaptación del visón ha sido un factor clave en su propagación, extendiéndose desde Neuquén hasta Tierra del Fuego. Es importante destacar que el visón americano no es originario de Sudamérica; fue introducido en Argentina en torno al año 1930 con fines económicos, principalmente relacionados con la explotación de su piel. Sin depredadores naturales que regulen su población y con un comportamiento agresivo y territorial, su presencia se ha convertido en un serio problema para los ecosistemas autóctonos.
En este contexto, Pastore enfatizó la necesidad de eliminar a los individuos de especies exóticas, al señalar que “este animal no cuenta con un depredador natural; aunque, de encontrarse con uno de mayor tamaño, podría representar una amenaza para el visón”.
Las autoridades ambientales enfrentan un desafío considerable. El control de especies invasoras demanda recursos, planificación a largo plazo y la concientización de la población local sobre la problemática.
En consecuencia, mientras las estrategias de control se implementan, el visón americano sigue su avance, poniendo en riesgo la biodiversidad de una de las regiones naturales más relevantes del país.