A días de lo sucedido entre Independiente y Universidad de Chile por los octavos de final de la Copa Sudamericana se vivió otro episodio que incita a la violencia. Recordemos que la Conmebol decidió no reanudar el encuentro y abrió una investigación disciplinaria para determinar sanciones y responsabilidades. La medida —más allá de la suspensión temporal habitual— dejó en suspenso el desenlace deportivo y encendió el debate sobre protocolos de seguridad en partidos internacionales en la región.

 En paralelo, la violencia quedó cruzada entre países: en Santiago, un hincha de Independiente que se encontraba en Chile fue interceptado por simpatizantes de Audax, le arrebataron la camiseta y la prendieron fuego, en un episodio que suma una arista internacional a los hechos de Avellaneda. Ese lamentable episodio se dio en el cotejo que Coquimbo Unido venció 1-0 a Audax Italiano como visitante.

Las dos jornadas muestran un patrón preocupante: choques entre barras y aficionados que trascienden estadios y competencias, y que obligan a clubes, asociaciones y fuerzas de seguridad a revisar —con urgencia— protocolos de control, prevención y sanción para evitar que la rivalidad deportiva derive en episodios que ponen en riesgo a espectadores y jugadores por igual.