Huracán y San Lorenzo llegaron a la fecha de clásicos acuciados por sus presentes, igualmente complicados, marcados por la irregularidad y la falta de protagonismo.

Ante semejante panorama, ganar el choque más importante podía ser una plataforma de despegue, pero ambos decidieron quedarse en el hangar, lo que derivó en un partido muy flojo.

Trabado, sin luces, lejos de los arcos y con más ganas de trabar, rozar y chocar antes que de jugar, ninguno de los dos mostró argumentos convincentes para romper el cero que terminó dominando el marcador.

Al final, las ocasiones de riesgo cerca de los arcos se contaron con los dedos de una mano, al punto que las discusiones cuando el árbitro marcó el final del partido, terminaron pareciendo una sobreactuación para justificar la pobreza de un encuentro que terminará siendo un número perdido en las estadísticas de un cruce que tiene demasiada historia para detenerse en lo que pasó esgtá sábado en el Ducó.