En el norte argentino, la hoja de coca se ha consolidado como un producto de consumo habitual, especialmente durante el mes de agosto, periodo en el que se celebra la Pachamama. Sin embargo, en el presente año, esta tendencia ha sufrido una alteración notable debido a circunstancias económicas adversas que afectan no solo a Argentina, sino también a Bolivia, el principal país productor de la hoja. 

Durante las últimas semanas, se ha observado un aumento significativo en los precios de la hoja de coca, que ha llegado a incrementarse en un promedio del 20%, con proyecciones que sugieren que el aumento podría alcanzar hasta el 50%. Este fenómeno ha llevado a una caída considerable en las ventas, impactando a los vendedores de la región. 

Esta situación genera un clima de preocupación compartida entre los comerciantes. Fidel Castro, un reconocido vendedor de San Salvador de Jujuy, manifestó que las ventas han disminuido en un 60% en comparación con el mismo mes del año anterior. Castro atribuyó esta situación a la inestabilidad económica de Bolivia, que afecta directamente los precios de la coca. Comentó que el encarecimiento está relacionado con la crisis del dólar en el país vecino, donde los costos de los productos, incluida la hoja de coca, han ido en aumento. 

"En Bolivia, todos los días suben las cosas. La coca aumentó un 20% hace unas semanas, y se espera que llegue al 50%", explicó. Los precios actuales son ilustrativos de esta problemática: el costo del cuarto kilo de coca paceña común se ha incrementado de $ 7.000 a $ 8.500, la hojeada pasó de $ 9.000 a $ 11.500, y la machucada se ha mantenido en $ 7.000. Este encarecimiento ha llevado a que muchos consumidores reduzcan su compra, optando por cantidades menores. 

Castro relató una conversación con un cliente que, en un gesto de resignación, declaró haber dejado de comer para poder adquirir su porción de coca, reflejando así la difícil situación que atraviesan muchos en el contexto actual. A esta problemática se suma, además, el aumento en los costos de los alquileres para los puestos de venta. Castro mencionó que, mientras en enero pagaban $ 55.000, hoy el alquiler asciende a $ 120.000, lo que añade presión a los comerciantes en un entorno de ventas en declive. El tradicional repunte de agosto, que antaño llenaba los puestos de actividad, no ha logrado revertir esta tendencia. 

Castro recordó cómo el año anterior el movimiento era constante durante el mes, mientras que en la actualidad, la falta de clientes es palpable, con vendedores incluso encontrando momentos de inactividad en sus puestos. Con el horizonte de las elecciones en Bolivia, los comerciantes jujeños mantienen la esperanza de que una eventual mejora en la situación política pueda traer consigo cambios favorables. Sin embargo, la incertidumbre es un factor constante, y muchos se cuestionan si los cambios políticos recientes realmente traerán soluciones a los problemas económicos que enfrentan. 

Castro concluyó con una nota de incertidumbre, expresando su deseo de que cualquier cambio sea positivo, dado que, en su experiencia reciente, las modificaciones políticas han tendido a traer más problemas que soluciones.