Costa Atlántica vs. Brasil 2026: cuánto pagarás por alojamiento, comida y transporte
La temporada de playa se acerca y, con ella, la necesidad de planificar un descanso que —entre deseos y costos crecientes— exige decisiones informadas para equilibrar presupuesto y disfrute.
Con la llegada del último tramo de 2025, en muchas mesas y chats familiares vuelve a abrirse la discusión anual: ¿dónde pasar el verano? La temporada 2026 se perfila como una combinación de deseo por vacacionar y prudencia presupuestaria. La Costa Atlántica —esa elección tradicional de miles de argentinos que buscan mar, arena y un ambiente familiar— mantiene un atractivo emocional fuerte; sin embargo, la inestabilidad económica y la búsqueda de mayor poder adquisitivo empujan a más familias a considerar alternativas internacionales, en especial Brasil.
Los primeros sondeos y cotizaciones de operadores turísticos anticipan una temporada con precios «dolarizados» en la Argentina, y aumentos moderados respecto al verano anterior. Según datos difundidos, los incrementos esperados oscilan entre un 5% y un 10%. En términos concretos, un pasaje en ómnibus con desayuno incluido a destinos como San Bernardo o Villa Gesell podría partir de aproximadamente $320.000 por persona para los meses pico de enero y febrero. Estos números muestran una foto de costos que muchas familias deberán sopesar frente a sus posibilidades.
En materia de alojamiento, Mar del Plata surge como termómetro del mercado. Las plataformas de alquileres temporarios y portales turísticos muestran departamentos para cinco personas con tarifas orientativas cercanas a $85.000 por día, y en sectores de mayor demanda —como Güemes— los valores pueden escalar hasta $92.500 la jornada. Las casas con vista al mar, en barrios como Punta Mogotes o Bosque Peralta Ramos, exhiben rangos amplios que van desde $80.000 hasta $200.000 por noche, según categoría y localización.
La hotelería tampoco queda al margen de los ajustes. Establecimientos de 2 y 3 estrellas proyectan tarifas entre $150.000 y $200.000 por noche para una ocupación de cuatro personas, mientras que hoteles de lujo —el Sheraton se cita como referencia— pueden alcanzar cifras próximas a $838.000 la noche. Este cuadro revela una segmentación clara del mercado: desde opciones accesibles hasta propuestas premium que apuntan a un público con mayor disposición de gasto.
Un rasgo que llamó la atención en las primeras referencias de temporada es el encarecimiento de los servicios de playa: el Balneario 12 de Punta Mogotes, por ejemplo, cotiza carpas en torno a $80.000 por día, o la alternativa mensual de enero en torno a $2.000.000. Valores como ese ilustran una tendencia hacia un turismo de playa cada vez más exclusivo en ciertos frentes.
Frente a ese escenario doméstico, Brasil se presenta como una alternativa con ventajas tanto turísticas como económicas. La proximidad relativa y la posibilidad de hacer rendir el presupuesto —gracias a una cotización del tipo de cambio que suele resultar más favorable— consolidan al país vecino como un destino cada vez más elegido. Hoy es posible encontrar pasajes de ida y vuelta desde $200.000 hacia algunos puntos costeros, aunque plazas demandadas como Río de Janeiro pueden superar los $600.000 en temporada alta.
Si se calcula una semana tipo en Brasil, sumando pasajes, alojamiento en un hotel económico y gastos habituales, el costo estimado se ubica entre 2.000 y 3.000 dólares por persona, con un promedio diario de gasto cercano a 100 dólares. Esa relación precio-beneficio explica por qué muchas familias ponderan la opción internacional: se privilegia un destino con playas reconocidas y servicios variados sin necesariamente alcanzar las cifras más altas que muestra la franja premium de la Costa Atlántica.
Al momento de decidir intervienen además factores menos cuantificables: la cercanía cultural, la comodidad logística, la nostalgia por veranos pasados en balnearios locales y la preferencia por mantener las vacaciones dentro del país. Para otros, pesa más la búsqueda de nuevos paisajes, diversidad gastronómica y una sensación de mayor rendimiento del presupuesto.
En definitiva, la elección entre la Costa Atlántica y Brasil para el verano 2026 será resultado de un equilibrio entre tradición y economía. Las cifras preliminares muestran un verano argentino con costos relevantes, sobre todo en segmentos de alta demanda, mientras que Brasil ofrece una alternativa competitiva en términos de precio y variedad. Cada familia evaluará su propia escala de prioridades: cercanía y arraigo, o mayor amplitud de opciones con un impacto potencialmente menor en el bolsillo.