El avance de la vulnerabilidad infantil se hace sentir en el país
La pobreza infantil alcanzó su mayor nivel desde 2001 en 2024, según un informe de la UCA.
A lo largo del año 2024, el gobierno nacional de Argentina llevó a cabo un conjunto de medidas dirigidas a fortalecer la red de protección social, destacándose los incrementos en la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la ampliación de la cobertura de la Tarjeta Alimentar. Estos aumentos, que incluyeron un 100% en enero, un 27% en marzo y un 41% en junio, fueron diseñados en un contexto de creciente preocupación por la pobreza infantil y la vulnerabilidad de los hogares más desfavorecidos.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, se observa que las políticas implementadas actuaron más como paliativos temporales que como soluciones estructurales a los problemas que enfrenta el país. La persistente inflación y la consiguiente pérdida de poder adquisitivo han mantenido a los hogares en situación de vulnerabilidad en una posición precaria.
Según el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), se evidenció un deterioro generalizado en la calidad de vida de los hogares con niños y adolescentes durante el primer semestre de 2024. El estudio señala que casi ningún aglomerado urbano logró escapar al impacto del ajuste macroeconómico que afecta a la economía nacional. La caída de los ingresos reales se tradujo en una erosión significativa del bienestar familiar, lo que provocó que la pobreza infantil se mantuviera en niveles críticos. Sin embargo, el segundo semestre presentó un panorama algo más optimista, con una leve mejora atribuida a una cierta estabilidad macroeconómica, una recuperación parcial de los ingresos y aumentos reales en la AUH.
A pesar de ello, esta recuperación fue desigual, afectando de manera dispar a las distintas regiones del país. El informe de la UCA subraya que las diferencias regionales se han agudizado, con algunos aglomerados logrando recuperar, total o parcialmente, los niveles de bienestar previos a la crisis, mientras que otros, especialmente aquellos en el NOA y el NEA, caracterizados por una pobreza estructural y un menor dinamismo económico, no mostraron signos de mejora. En estas regiones, la situación de la pobreza infantil no solo se mantuvo, sino que continuó profundizándose.
El estudio concluye con una advertencia sobre la necesidad de implementar políticas más focalizadas que fortalezcan la protección social y promuevan la inclusión en los territorios más rezagados. Sin estas medidas, se vuelve difícil imaginar una recuperación sostenida. La desigualdad territorial se hace más evidente y el mapa de la pobreza infantil en Argentina se fragmenta aún más, reflejando la complejidad de la situación social y económica del país.