La tensión financiera por la suba del dólar comienza a impactar en la economía real
La actividad económica sigue en retroceso, golpeada por la inestabilidad cambiaria, el freno del consumo y la caída de la producción. El crédito se encareció y las expectativas siguen deteriorándose.
La economía argentina cerró una de las semanas más tensas del último año. El Banco Central vendió USD 1.110 millones en apenas tres jornadas, el dólar oficial alcanzó los $1.515 y el riesgo país superó los 1.440 puntos. Pero más allá de lo que marcan los indicadores financieros, ya se perciben consecuencias concretas en la economía real: caída del nivel de actividad, menor consumo, freno en la producción y enfriamiento de las decisiones de inversión.
El PBI y los indicios de recesión
El impacto de esta situación ya se refleja en los datos oficiales. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el Producto Bruto Interno (PBI) se contrajo 0,1% en el segundo trimestre del año respecto al trimestre anterior. Este retroceso pone en duda las proyecciones oficiales, que apostaban a un crecimiento del 5,4% para 2025, según lo expresado por el Gobierno en la presentación del Presupuesto 2026.
Algunos economistas ya no dudan en hablar de recesión. Guido Sandleris, ex presidente del Banco Central, fue categórico: “El equilibrio fiscal es hoy la principal fortaleza del país, pero la vulnerabilidad está en la falta de un colchón de dólares que funcione como seguro frente a crisis”.
Tres frentes que agravan el deterioro
La inestabilidad financiera se transmite a la economía diaria a través de varios canales.
1. Financiamiento caro: El riesgo país elevado limita el acceso al crédito externo. Para las empresas, esto se traduce en un encarecimiento del financiamiento con tasas prohibitivas. Para el Estado, la suba de la prima de riesgo complica cualquier intento de emisión de deuda.
2. Dólar sin referencia: La escalada del tipo de cambio obligó al Banco Central a intervenir para frenar una mayor disparada. Sin embargo, la volatilidad dejó a muchas empresas sin precios de referencia. Esto genera parálisis en compras, ventas y contrataciones. “Cuando no hay un dólar de referencia, no hay precio, y sin precio se paralizan operaciones en múltiples sectores”, explicó Damián Di Pace, economista y director de Focus Market.
3. Tasas elevadas: En un intento por frenar la dolarización, el BCRA había llevado la tasa efectiva anual de los plazos fijos a niveles cercanos al 100%. Si bien recientemente comenzaron a bajar —la tasa promedio actual es de 54,46%—, el impacto sobre el crédito al consumo y comercial ya está hecho. Tarjetas de crédito, préstamos personales y financiamiento para pymes se volvieron inaccesibles, afectando tanto el consumo como la capacidad de producción.
A esto se suma el drenaje de reservas. En los últimos días, el Banco Central vendió volúmenes inéditos para sostener el mercado cambiario. Esta estrategia expone la fragilidad del esquema actual y pone en duda su sostenibilidad. Cada venta de dólares achica el margen de maniobra ante nuevas turbulencias.
El consumo y la producción también sienten el golpe
En los hogares, la cautela gana terreno. Según el Índice de Consumo de la Universidad de Palermo, el consumo privado cayó 3,2% en agosto, un mes marcado por la suba del dólar y las tasas. Algunos sectores, como el automotor, mostraron cierta resistencia. Pero otros, como la gastronomía, sufrieron caídas interanuales significativas: los restaurantes tradicionales retrocedieron un 4,5%.
Datos de la consultora Scentia confirman la tendencia: las ventas en supermercados bajaron 5,1% interanual en agosto, y en el canal mayorista la caída fue del 8,1%.
En el plano industrial, un informe reciente de la Unión Industrial Argentina (UIA) reflejó un panorama preocupante. La mayoría de las empresas manufactureras reportaron caídas en ventas, producción y empleo en agosto. Incluso aquellos sectores que venían mostrando cierta resiliencia comenzaron a mostrar señales de retroceso.
Desconfianza, recesión y un horizonte incierto
El contraste entre el relato oficial y los datos del mercado se vuelve cada vez más evidente. Mientras el Gobierno sostiene su proyección de crecimiento, los indicadores reales marcan otra dirección: la economía se contrajo, el crédito es inaccesible, las reservas se esfuman y la incertidumbre persiste.
La gran incógnita es si el Ejecutivo logrará recomponer la confianza y estabilizar las variables clave. Por ahora, la percepción de los consumidores no mejora. Según el último relevamiento de la Universidad Torcuato Di Tella, la confianza del consumidor volvió a caer en septiembre, profundizando la tendencia negativa que se había disparado en agosto.
El escenario económico argentino combina hoy caída de la actividad, tasas de interés aún altas, presión cambiaria y desconfianza generalizada. Sin señales claras de estabilidad en el corto plazo, los riesgos de una recesión más profunda siguen creciendo.