Supermercados de proximidad en auge: cambios en el consumo que los favorecen
En un contexto de caída generalizada de ventas, los supermercados y almacenes de cercanía emergen como un refugio para consumidores y comerciantes, según relata la experiencia de un actor local, que atribuye su resistencia a la adaptabilidad del surtido, la cercanía con el barrio y la rapidez para ajustar precios y promociones
En el país se observa con nitidez una transformación en los hábitos de consumo locales y una reconfiguración del mapa minorista. Esta situación refuerza formatos más pequeños, como los supermercados de cercanía o express. Esta preferencia por espacios reducidos, ubicuos y de fácil acceso lleva tiempo consolidándose y se aceleró por factores estructurales y coyunturales.
En términos demográficos y socioculturales, los cambios son profundos. La pandemia actuó como catalizador de tendencias ya existentes: predominan núcleos familiares de menor tamaño, la planificación de compras se vuelve más cotidiana y disminuye la necesidad de abastecerse en grandes cantidades. Es decir, no solo cambió la frecuencia de compra, sino también la lógica detrás de ella: las familias realizan adquisiciones más ajustadas al día a día, priorizan la practicidad y valoran la cercanía geográfica.
Ese nuevo escenario potenció la competitividad de comercios pequeños y medianos. Los almacenes y los súper chicos empezaron a mostrar ventajas comparativas reales: precios por unidad competitivos, ofertas vinculadas a medios de pago electrónicos y la posibilidad de fidelizar clientes habituales mediante aplicaciones propias que agilizan el proceso de compra. El presidente de la Asociación de Almaceneros de la República Argentina, Fernando Savore, enfatizó que en la atención cotidiana los espacios chicos tuvieron mejor desempeño frente a los grandes supermercados, entre otras razones porque muchos consumidores ya no pueden beneficiarse de promociones volumétricas —como 3x2— o sencillamente no las necesitan.
La cuestión económica también pesa: la persistente pérdida del poder adquisitivo y las tensiones inflacionarias modificaron la conducta de los hogares. La urgencia por estirar el ingreso disponible hace que la anticipación de compras masivas —característica de épocas de mayor holgura financiera o de fuerte inflación esperada— pierda fuerza. Así, los mayoristas que hasta hace poco se veían “saturados” hoy muestran una demanda más moderada, acorde con un consumo más fragmentado y frecuente.
Además de precios y ubicación, los comercios pequeños han capitalizado la oferta de promociones vinculadas a bancos y billeteras virtuales, lo que amplifica su atractivo para segmentos urbanos que priorizan rapidez y conveniencia. Operadores como Frat, por ejemplo, desarrollan soluciones propias para que sus clientes habituales ahorren tiempo con pagos a través de su app, reduciendo fricciones y fomentando la recurrencia.
Desde la óptica de la estructura comercial, se observa una diversificación del punto de venta: la recuperación o crecimiento de almacenes y kioscos, la proliferación de súper exprés dentro de strip centers y la aparición de ofertas incorporadas en farmacias ilustran la nueva fragmentación del retail. El consultor en franquicias Nicolás Suraci destacó que esta modalidad de negocios de cercanía no es pasajera: se trata de un cambio que viene consolidándose y que se explica tanto por transformaciones en la demanda como por estrategias empresariales que buscan adaptar la oferta.
Los datos de mercado respaldan esa lectura. La consultora Scentia, que releva el consumo en todos los canales, mostró que en junio de 2025 la mayoría de los segmentos registró ventas menores, tanto en mediciones intermensuales como en acumuladas, salvo por el crecimiento observado en kioscos y almacenes, donde se incluyen los pequeños supermercados. Esa variación subraya la migración de parte del consumo hacia formatos de menor escala.