La épica de perseguir la gloria con las manos al volante y el pie en el acelerador fue retratada muchas veces en el cine: desde un corto de Chaplin en 1914, pasando por clásicos como Grand Prix (1966) y Le Mans (1971), hasta películas más recientes y basadas en hechos reales como Rush: Pasión y gloria (2013) o Contra lo imposible (2019). Ahora, F1: La película, dirigida por Joseph Kosinski y protagonizada por Brad Pitt, se suma a esa tradición con una propuesta que eleva la vara del realismo.

Con estreno previsto en la Argentina para este jueves 26 de junio, el film marca un nuevo hito técnico y narrativo en la representación del automovilismo en pantalla. Gracias a una alianza inédita con la organización de la Fórmula 1, F1 fue rodada durante fines de semana reales de carrera, en circuitos oficiales y con autos de verdad, creando una experiencia inmersiva sin precedentes.

Kosinski, también director de Top Gun: Maverick, parecía el candidato ideal para la hazaña: ya había demostrado su capacidad de llevar al espectador a bordo de jets supersónicos. “Le dije a Lewis Hamilton que quería hacer la película de carreras más auténtica de la historia y le pregunté si me ayudaría. Por suerte, dijo que sí”, contó el director en una conferencia de prensa.

Ese fue el punto de partida. Desde entonces, se construyó un sistema de cámaras completamente nuevo, ligero y compacto, montado dentro de los autos, para capturar tanto la velocidad como las emociones en primer plano. Además, se eligió a actores capaces de conducir verdaderos monoplazas a casi 300 km/h. “Por suerte, resultaron ser talentos naturales”, remató Kosinski.

El regreso a las pistas

Uno de esos “talentos” es Brad Pitt, que interpreta a Sonny Hayes, un expiloto que brilló fugazmente en los 90 y ahora vive en una van, compitiendo en carreras menores. La historia arranca cuando un exrival —interpretado por Javier Bardem— le propone volver a la Fórmula 1 para integrar el equipo ficticio Apex, donde deberá convivir (y chocar) con su nuevo compañero, encarnado por Damson Idris.

“Llevo décadas queriendo hacer una película de autos o de motos, y nunca se había dado”, confesó Pitt. “Pero esto fue diferente. Joe (Kosinski) nos integró por completo al ecosistema de la F1. Vivimos la experiencia desde adentro. Fue extraordinario. Algo que no se puede fingir.”

Hamilton no solo figura como productor del film, sino que colaboró activamente con el entrenamiento y la credibilidad de los actores. La producción incluso desarrolló un sistema derivado del que Kosinski había creado para Top Gun, pero adaptado a cabinas más reducidas. “Cuatro cámaras apuntaban directamente a nuestras caras mientras manejábamos”, recordó el director. “Brad no está actuando cuando lo ves concentrado en Silverstone: está intentando mantener el auto en pista.”

La preparación detrás de escena

Tanto Pitt como Idris se sometieron a un entrenamiento intensivo. Idris, en particular, se obsesionó: antes de obtener el papel, se metió en simuladores, jugó al videojuego de F1 con un avatar falso y recorrió todos los circuitos posibles. Luego, en pista real, practicó en Rockingham, Silverstone, Austin y Palm Springs. “Estuve manifestando mucho”, bromeó.

El compromiso físico y emocional fue total. “La idea de lidiar con la física y las fuerzas G en carne propia... eso no se puede simular”, señaló Pitt. “Joe quería la película más visceral y real jamás hecha. Y creo que lo logramos. Damson y yo terminamos siendo bastante buenos al volante.”

Pitt también expresó su admiración por los pilotos profesionales: “Todos creemos que sabemos manejar. Pero ver lo que hacen estos tipos con 5 fuerzas G, a menos de un segundo de diferencia entre todos, es otra liga. Me gustaría poder explicar la sensación de carga aerodinámica, cómo se agarran esos autos al piso. No hay comparación. Fue una experiencia única”.

Un equipo sin género

En medio de esta historia masculina de competición, se destaca la presencia de Kerry Condon como Kate, la ingeniera a cargo del diseño del auto de Apex. La actriz irlandesa —nominada al Oscar por Los espíritus de la isla— confesó que aceptó el rol porque la película le recordaba a los grandes blockbusters con los que creció en Irlanda: “Jamás imaginé que sería parte de una producción tan grande de Hollywood”.

Una película para sentir la pista

F1: La película se gestó con el espíritu de un thriller de acción, pero con el rigor y la adrenalina real de las pistas. El acceso sin precedentes que logró el equipo de Kosinski dentro del calendario oficial, sumado al compromiso de actores y técnicos, promete ofrecer algo distinto: una experiencia que no se ve, sino que se vive. “Queríamos que el público sintiera lo que sienten los pilotos. Que esté ahí, con ellos. Esa fue siempre la meta”, concluyó el director.