Hoy se conmemora un triste aniversario: 27 años desde la trágica muerte de Diana, Princesa de Gales, una figura que dejó una huella imborrable en el mundo. Su carisma, su estilo y su labor humanitaria la convirtieron en la "princesa del pueblo", un título que trascendió su divorcio de la familia real.

El 30 de agosto de 1997, Diana vivió su último día en París junto a su pareja, Dodi Al Fayed. Esa mañana, habló con sus hijos, Guillermo y Harry, sin imaginar que sería su última conversación. Los príncipes, quienes se encontraban en Escocia con su padre y su abuela, recuerdan con pesar esa breve llamada, sin saber que sería la última vez que escucharían la voz de su madre.

Mientras tanto, Diana y Dodi disfrutaban de una cena íntima en el Hotel Ritz, propiedad del padre de Dodi. Sin embargo, la presencia de los paparazzi les impidió tener una velada tranquila. Al intentar escapar de los fotógrafos, se subieron a un Mercedes-Benz conducido por Henri Paul, jefe de seguridad del hotel.

Un final inesperado

En una fatídica decisión, Paul aceleró para evadir a los paparazzi, desencadenando una tragedia. Pasada la medianoche, el coche se estrelló en el túnel Pont de l'Alma. Paul y Dodi murieron en el acto. Diana, gravemente herida, fue trasladada al hospital, pero lamentablemente falleció a las cuatro de la madrugada.

El único superviviente del accidente fue el guardaespaldas Trevor Rees-Jones, quien llevaba puesto el cinturón de seguridad. A pesar de sus graves heridas, logró recuperarse, pero el trauma borró sus recuerdos de esa noche, excepto por el recuerdo de escuchar a Diana llamar a Dodi momentos antes del impacto.

La muerte de Lady Di conmocionó al mundo. A 27 años de su partida, su legado perdura. Su vida y su trágico final nos recuerdan la importancia de proteger la privacidad y la fragilidad de la existencia, incluso para aquellos que parecen vivir en un cuento de hadas. Diana, la princesa del pueblo, sigue viva en la memoria de quienes la admiraron y amaron.