Hace 55 años McCartney confirmaba la separación de The Beatles
En abril de 1970, el bajista oficializó una ruptura que había empezado varios años antes, en medio de tensiones y desplantes.
El 10 de abril de 1970, un año y tres meses después de llorar porque ni Lennon ni Harrison se sumaban a los ensayos previstos, McCartney oficializó un comunicado de prensa en el que aseguraba que ya no estaba en sus planes ser parte de Los Beatles ni seguir componiendo o grabando con John Lennon, su socio histórico. Fue el “blanqueo” de una crisis que llevaba tiempo: en septiembre del año anterior, John había deslizado a la prensa que la banda estaba separándose.
Cuando Paul dijo que se iba, faltaba un mes para que Let it be, el anteúltimo disco que grabó la banda, saliera a la calle. Abbey Road, el último que compusieron y editaron, ya se había publicado. McCartney puso en la calle su primer disco solista una semana después de ese comunicado que hizo que, en los días siguientes, los diarios británicos se llenaran de fotos de chicas tristes con banderas que decían “Beatles please stay” (“Beatles por favor quédense”) o cosas por el estilo.
Oficialmente Paul parecía el primero en irse, aunque tal vez haya sido el último en apagar la luz. El divorcio, como pasa en las familias que tienen que hacer divisiones de bienes cuantiosas y complejas, recién llegaría a mediados de los setenta: había que poner demasiada riqueza en orden. Pero la separación de hecho era irreversible.
Get back muestra esa tensión, esa asfixia, esa mejora cuando llega Billy Preston, el tecladista que invitaron a grabar el disco y que sirvió de válvula de escape. De aire fresco. Muestra el hartazgo de Harrison, el hipercontrol de McCartney, el profesionalismo de Ringo, la capacidad de Lennon para desconectarse de todo en un segundo y de volverse el centro de la escena en el segundo siguiente.
También los muestra riéndose entre ellos con la complicidad que construye el paso del tiempo. Entendiéndose “de memoria”, con apenas una mirada. Complementándose para componer con la creatividad que los hizo tan grandes, tan parecidos a nada de lo que había existido antes y a tanto de lo que vino después. Listos para inventar algo nuevo en un rato, y que ese algo nuevo sea ahora, más de medio siglo después, alguno de los himnos de la vida de tantos millones de personas en casi cualquier rincón del mundo.
Lo más atractivo de Get back es la sensación de estar espiándolos en medio del derrumbe y también de esa alquimia ocurriendo delante de nuestros ojos. Verlos romperse y, muy a pesar de las chicas de las banderas que les rogaban que se mantuvieran juntos, saber que fue mejor así. Que está bien que el final haya llegado a tiempo para escucharlos como una gran banda.