El reciente ataque aéreo contra la instalación de enriquecimiento de uranio de Natanz generó inquietudes sobre una posible contaminación radiactiva y química en Irán. Sin embargo, las autoridades internacionales y locales han informado que los niveles de radiación fuera del complejo permanecen dentro de parámetros normales.

Según reportó el Financial Times, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) confirmó que los bombardeos israelíes ocasionaron daños tanto en las salas subterráneas de enriquecimiento como en instalaciones superficiales. A pesar de ello, no se registró un impacto radiológico externo que afecte a la población o al medio ambiente.

El director general de la AIEA, Rafael Grossi, calificó como "profundamente preocupante" el ataque a infraestructuras nucleares, advirtiendo que la escalada militar incrementa la posibilidad de una liberación radiológica con consecuencias graves para las personas y el entorno.

El director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Rafael Grossi, y el subdirector de la Organización de Energía Atómica de Irán, Behrouz Kamalvandi, posan frente a las instalaciones de Fordow, cerca de Qom, el 15 de noviembre de 2024 (Reuters)
El director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Rafael Grossi, y el subdirector de la Organización de Energía Atómica de Irán, Behrouz Kamalvandi, posan frente a las instalaciones de Fordow, cerca de Qom, el 15 de noviembre de 2024 (Reuters)

Grossi detalló que la contaminación detectada en Natanz se limita principalmente a partículas alfa, las cuales pueden ser controladas eficazmente mediante equipos de protección adecuados, como mascarillas respiratorias. Estas partículas representan un riesgo si se inhalan o ingresan al organismo a través de heridas, pero no son peligrosas mientras permanezcan fuera del cuerpo, debido a que la piel humana actúa como barrera.

Hubo daño en las salas subterráneas, ¿hay peligro?

La AIEA, en evaluaciones realizadas esta semana, precisó que los ataques israelíes dañaron tanto las salas subterráneas de enriquecimiento de Natanz como instalaciones superficiales, incluyendo una planta piloto de enriquecimiento de combustible. Sin embargo, los niveles de radiación fuera del complejo no han variado, indicando ausencia de impacto radiológico externo.

Grossi afirmó que no existe impacto radiológico externo para la población o el medio ambiente. Tras un ataque al sitio nuclear de Isfahán, los niveles de radiación fuera de la instalación también se mantuvieron estables. Además, no se reportaron daños en la planta de enriquecimiento de combustible de Fordow ni en el reactor de agua pesada de Khondab, en construcción.

Expertos entrevistados por el Financial Times explicaron que el uranio es débilmente radiactivo y se vuelve más peligroso cuando sufre una reacción de fisión, como en reactores nucleares o bombas atómicas, donde se liberan grandes cantidades de energía y productos radiactivos.

Una imagen satelital muestra la instalación nuclear de Natanz en Irán tras un ataque aéreo en Irán, en esta imagen de archivo fechada el 15 de junio de 2025 (Maxar Technologies/Reuters)
Una imagen satelital muestra la instalación nuclear de Natanz en Irán tras un ataque aéreo en Irán, en esta imagen de archivo fechada el 15 de junio de 2025 (Maxar Technologies/Reuters)

Ni la Central Nuclear de Bushehr ni el Reactor de Investigación de Teherán fueron blanco de los ataques, según la AIEA. Para que ocurra una contaminación radiactiva grave fuera de un reactor o planta de reprocesamiento, se requeriría una gran cantidad de uranio enriquecido.

Precauciones y peligros

El profesor Jim Smith, de la escuela de medio ambiente y ciencias de la vida de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido), señaló que "la contaminación radiactiva grave suele estar asociada a productos de fisión nuclear como el yodo radiactivo o el radiocesio".

Estos productos pueden ingresar a la cadena alimentaria y acumularse en organismos animales y humanos. Smith recordó que tales productos fueron responsables de gran parte de las consecuencias devastadoras tras la explosión de 1986 en la central nuclear de Chernóbil.

El Financial Times también consultó a Simon Bennett, director de la unidad de seguridad civil de la Universidad de Leicester, quien indicó que la ubicación subterránea de los núcleos de instalaciones como Natanz y Fordow reduce el riesgo de contaminación radiactiva externa.

Central nuclear de Bushehr en Irán.
Central nuclear de Bushehr en Irán.

Bennett explicó que para destruir completamente estos complejos se requeriría un poder de fuego superior al de las armas más potentes de Israel. Además, afirmó que es poco probable que haya contaminación significativa más allá de los límites del sitio, dado que las instalaciones están enterradas bajo toneladas de tierra y hormigón. El personal de estos sitios ha recibido formación en monitoreo y mitigación de radiación.

No obstante, advirtieron que un ataque contra almacenes de uranio altamente enriquecido en Isfahán podría representar un riesgo de contaminación ambiental. Según la AIEA, los daños en Isfahán afectaron al laboratorio químico central, una planta de conversión de uranio, una planta de fabricación de combustible para reactores y una instalación de procesamiento de metales en construcción.

La preocupación principal no es tanto la radiación, sino la posible contaminación química derivada de los ataques. Kenneth Petersen, presidente de la American Nuclear Society 2023-2024, explicó que el mayor riesgo proviene de la posible liberación de hexafluoruro de uranio, compuesto utilizado en el enriquecimiento de combustible y presente en instalaciones como Natanz e Isfahán.

El hexafluoruro de uranio, si se maneja cuidadosamente y a temperaturas normales, presenta un riesgo limitado. Sin embargo, el contacto con agua, incluso la humedad del aire, puede liberar fluoruro de hidrógeno, un gas tóxico que puede resultar letal si se inhala, ya que al combinarse con el agua del cuerpo forma ácido fluorhídrico, altamente corrosivo.