Crisis automotriz en Europa: los fabricantes piden auxilio a la UE
Ventas estancadas, costos energéticos altos y una infraestructura insuficiente para autos eléctricos ponen en jaque al corazón industrial del continente. Este viernes, ejecutivos del sector se reunirán con Ursula von der Leyen en busca de respuestas urgentes.
“La industria automovilística europea está en peligro de muerte”, advirtió sin rodeos el comisario de Industria de la Unión Europea, Stéphane Séjourné. El estancamiento en las ventas, los elevados precios de la energía, la competencia global —especialmente desde Asia— y un entorno normativo incierto han llevado al sector a una crisis estructural.
“Existe el riesgo de que el futuro mapa de la industria automovilística mundial se dibuje sin Europa”, alertó Séjourné meses atrás. En este contexto crítico, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, recibirá este viernes en Bruselas a los principales directivos del sector. Será la tercera y última reunión del año dentro del Diálogo Estratégico sobre el Futuro de la Industria del Automóvil.
La cita durará tres horas y se espera que sirva para delinear medidas concretas. Hasta ahora, los planes de la UE no alcanzaron para revertir la tendencia. El Battery Booster —un programa de apoyo industrial de 1.800 millones de euros— y las iniciativas de I+D financiadas por Horizonte Europa no lograron generar un impacto transformador.
“La sensación de urgencia no ha desaparecido”, afirmó Sigrid de Vries, directora de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA). Y reclamó, al igual que otros referentes del sector, un enfoque más pragmático por parte de Bruselas.
En una carta abierta dirigida a Von der Leyen, los presidentes de ACEA y de la Asociación de Proveedores de Automoción (CLEPA) —Ola Källenius y Matthias Zink— reclamaron un “plan realista” que reconozca las limitaciones industriales y geopolíticas actuales. Entre sus demandas figuran una rebaja de los costos energéticos, incentivos a la compra de vehículos eléctricos y una infraestructura de recarga más equitativa.
El techo del auto eléctrico en Europa
Actualmente, la cuota de mercado de los vehículos eléctricos de batería (BEV) en Europa ronda el 15%, una cifra insuficiente para sostener una transición energética ambiciosa. La falta de estaciones de recarga es un obstáculo clave: el 75% de los puntos están concentrados solo en tres países —Países Bajos, Francia y Alemania—, lo que desalienta a consumidores del resto del continente.
La ACEA estima que, para 2030, Europa necesitará al menos 8,8 millones de cargadores públicos, casi diez veces más que los 880.000 actuales. Esto implica instalar 1,5 millones de nuevos puntos cada año, un ritmo que está lejos de alcanzarse.
Frente a este panorama, los fabricantes reclaman también una revisión de las metas de reducción de emisiones de CO₂. Consideran que los objetivos para 2030 y 2035 “ya son inviables” bajo las condiciones actuales.
“No se puede obligar a la gente a elegir un determinado tipo de coche”, sostuvo de Vries. El debate por la continuidad —o no— de los motores de combustión interna sigue abierto dentro del bloque.
Tecnología, competencia asiática y una amenaza latente
El futuro de la industria también se juega en el plano tecnológico. Los autos eléctricos avanzan hacia un nuevo paradigma: vehículos hiperconectados, dependientes de software y semiconductores. En ese terreno, las automotrices europeas corren detrás de sus rivales asiáticos.
En 2024, solo un modelo europeo —el Volkswagen ID.3— logró colarse entre los diez autos eléctricos más vendidos del mundo. Mientras tanto, China se consolida como el epicentro global de la fabricación de autos eléctricos, gracias a su control de la cadena de baterías, menores costos laborales y un mercado interno gigante.
El año pasado, China vendió más de 32 millones de vehículos (la mitad eléctricos), frente a los 11 millones en la UE y los 15 millones en EE.UU. En el salón IAA de Múnich, el más importante del sector, la participación de empresas chinas creció un 40% este año, alcanzando un récord histórico.
¿Una industria en retirada?
El ex primer ministro italiano y expresidente del BCE, Mario Draghi, alertó recientemente sobre la necesidad de fortalecer la resiliencia industrial europea para competir con China y enfrentar barreras como los aranceles estadounidenses a los vehículos europeos.
Pero no todos apuestan al enfrentamiento. El economista Ferdinand Dudenhöffer planteó que “sería estúpido no cooperar con China. Tienen todas las cartas”. Y llamó a un mayor apoyo político para facilitar la cooperación.
Lo cierto es que lo que está en juego no es solo una industria: el sector automotor representa más de 13 millones de empleos (directos e indirectos) y aporta alrededor de un billón de euros al PIB de la UE.
En Alemania, Suecia y varios países del Este, la industria representa más del 10% del empleo manufacturero. Solo en 2024, Alemania perdió 50.000 puestos vinculados al sector.
“Cada fábrica que cierra, cada empleo que se pierde, no vuelve”, advirtió Dudenhöffer. Y concluyó: “Si el automóvil cae, Europa tambalea”.