El descarrilamiento del icónico Ascensor da Glória, que une la plaza dos Restauradores con el Barrio Alto y el mirador de São Pedro de Alcântara en Lisboa, provocó una conmoción inmediata en la capital lusa y dejó al menos tres muertos y una veintena de heridos, según confirmó la policía portuguesa. El siniestro ocurrió en una de las líneas más emblemáticas de la ciudad y atrajo a centenares de turistas y vecinos que se concentraron en la zona, muchos de ellos registrando imágenes con sus teléfonos móviles.

Los primeros reportes, recogidos por la agencia Reuters, citaron al jefe de turno del Cuerpo de Bomberos de Lisboa, Paulo Sousa, quien indicó que en las primeras intervenciones había “varias víctimas” y que el equipo apenas estaba llegando al lugar. Minutos después, las autoridades oficiales actualizaron el balance con la confirmación de tres fallecimientos. Un amplio operativo de emergencia —incluyendo alrededor de 20 ambulancias y un fuerte despliegue policial— cerró los accesos para asistir a los heridos y asegurar el perímetro.

El presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, difundió un mensaje institucional en el que lamentó “profundamente” el accidente y expresó su solidaridad con las familias afectadas. El mandatario siguió de cerca las tareas de rescate y las investigaciones, cuya causa aún no ha sido determinada. El Ascensor da Glória, gestionado por la empresa municipal Carris, es un funicular en servicio desde 1885 y figura entre los transportes más populares para quienes visitan Lisboa. Sus dos vagones, con capacidad aproximada para 40 personas cada uno, funcionan mediante un sistema de tracción por cable accionado por motores eléctricos.

Según informó CNN Portugal, los pasajeros del vagón siniestrado habrían tenido que evacuar saltando por las ventanas para ponerse a salvo; el otro coche, en el extremo de la línea, no presentaría daños aparentes. No es la primera vez que la histórica línea registra incidentes: en mayo de 2018 el funicular se salió de la vía, hecho que obligó a suspender el servicio durante al menos un mes, aunque en aquella oportunidad no hubo heridos. Ese antecedente acentúa la gravedad del accidente ocurrido este miércoles y subraya la urgencia de esclarecer las causas, actualizar los protocolos de seguridad y revisar el estado de la infraestructura.

Las autoridades continuaban durante las horas siguientes con las labores de atención a las víctimas, el levantamiento de pruebas y las pericias técnicas que permitan determinar por qué se produjo el descarrilamiento. Mientras tanto, la ciudad de Lisboa lamenta la pérdida de vidas en un tramo de su patrimonio urbano que, además de servir como transporte, es símbolo de su historia y de su atractivo turístico.