Río de Janeiro volvió a convertirse en un escenario de guerra. Desde la madrugada del martes, intensos tiroteos y columnas de humo cubrieron varios complejos de favelas en el norte de la ciudad, donde una megaoperación policial busca capturar a líderes del Comando Vermelho (CV), una de las facciones criminales más poderosas de Brasil.

Según informó el secretario de Seguridad Pública, Víctor dos Santos, agentes de la policía fueron atacados con granadas lanzadas desde drones, una táctica hasta ahora inédita en el conflicto urbano de Río. “Estamos frente a una nueva forma de enfrentamiento, con tecnología militar en manos del crimen organizado”, declaró en una entrevista con Bom Dia Rio.

La operación, denominada “Contención”, moviliza a cientos de agentes de la Policía Militar y la Policía Civil, apoyados por helicópteros, drones de vigilancia y más de 30 vehículos blindados. En total, se emitieron 51 órdenes de captura contra narcotraficantes que operan en 26 comunidades del área metropolitana.

Los enfrentamientos se desataron con violencia: residentes reportaron barricadas incendiadas, colectivos cruzados en las calles y la suspensión de clases y servicios de salud. Las redes sociales se inundaron de videos con ráfagas de disparos, mientras el humo de los incendios se elevaba sobre los cerros y alteraba la rutina cotidiana de barrios enteros.

De acuerdo con la Fiscalía de Río de Janeiro, el objetivo principal de la operación es capturar a “Doca”, señalado como jefe del CV en el Complexo da Penha y otras zonas bajo control de la organización. Junto a él, figuran entre los buscados Pedro Paulo Guedes (“Pedro Bala”), Carlos Costa Neves (“Gadernal”) y Washington César Braga da Silva (“Grandão”).

La ofensiva plantea un giro drástico en la dinámica del crimen en Río: el uso de drones para lanzar explosivos representa un salto tecnológico que las autoridades califican de alarmante. Frente a esa evolución, las fuerzas de seguridad han reconocido que la magnitud del conflicto excede el ámbito de la seguridad pública tradicional.

El Estado no puede actuar solo”, admitió el gobierno de Río, que solicitó apoyo federal para sostener la operación y garantizar la protección de la población. En las favelas, sin embargo, la jornada transcurrió entre el miedo y la incertidumbre: familias desplazadas, comercios cerrados y la sensación de que la frontera entre la guerra y la vida cotidiana se vuelve cada vez más difusa.

El episodio reabre el debate sobre las estrategias de combate al crimen organizado en entornos urbanos densamente poblados y sobre la necesidad de políticas integrales que combinen acción policial, inteligencia tecnológica y medidas sociales para reducir la influencia de las mafias en las comunidades más vulnerables.