El régimen de China organizó el pasado jueves una cumbre de seguridad regional en la ciudad de Qingdao, donde se dieron cita ministros de Defensa de varios países, entre ellos Irán, Rusia, Pakistán y Bielorrusia. Este evento fue convocado por la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y se desarrolló en un contexto internacional caracterizado por conflictos activos en Oriente Medio, así como por un incremento en el gasto militar por parte de las naciones occidentales. 

La elección de Qingdao como sede, que alberga una base naval estratégica del Ejército Popular de Liberación, resalta la importancia del lugar en el ámbito de la defensa regional. El ministro de Defensa chino, Dong Jun, inauguró el encuentro y en su discurso enfatizó la creciente problemática del “unilateralismo” y el “proteccionismo” a nivel global. Durante sus declaraciones, advirtió que el mundo se encuentra atravesando una etapa de “cambios cruciales” que han generado un clima de “caos e inestabilidad”. Estas reflexiones apuntan a los desafíos contemporáneos que enfrentan las naciones en su búsqueda de un orden internacional más estable y equilibrado. 

Este encuentro se produjo apenas días después de la cumbre de la OTAN en La Haya, donde los miembros acordaron incrementar sus presupuestos de defensa, en respuesta a las demandas del presidente estadounidense Donald Trump. La reunión en Qingdao tiene como objetivo fortalecer las relaciones entre naciones que comparten una visión crítica hacia Occidente, especialmente ante la expansión de la Alianza Atlántica y las sanciones impuestas unilateralmente. La OCS, que cuenta con diez miembros permanentes y varios países observadores, se configura como una plataforma multilateral que busca contrarrestar las influencias occidentales, en particular las de la OTAN.

 Cabe destacar que el encuentro se llevó a cabo en un contexto de frágil alto el fuego entre Irán e Israel, tras una serie de enfrentamientos recientes. La participación del ministro de Defensa iraní en la cumbre refleja el aumento de las tensiones en la región y el creciente papel de China como mediador en asuntos diplomáticos, desafiando así las tradicionales iniciativas de Occidente. 

Aunque el gobierno chino ha mantenido una postura de neutralidad respecto al conflicto en Ucrania, los países occidentales han denunciado que Beijing ha brindado apoyo a Rusia en diversas áreas, consolidando así una relación estratégica que se ha fortalecido desde el inicio de la guerra en febrero de 2022.