El Gobierno de Brasil aprobó recientemente una licencia ambiental concedida por el Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama) que autoriza a la empresa estatal Petrobras a iniciar tareas de prospección petrolera en el bloque 59, ubicado a 170 kilómetros mar adentro sobre la línea del ecuador, frente a la costa del estado de Amapá y en inmediaciones de extensos manglares del delta del río Amazonas. La compañía informó que las perforaciones comenzarán de forma inmediata y que la primera fase de sondeos se prolongará aproximadamente cinco meses, con el objetivo de confirmar la presencia de yacimientos detectados en estudios preliminares.

La decisión ha generado una fuerte controversia y tensiones internas en el Ejecutivo brasileño. Organizaciones ambientales, agrupadas en el Observatorio del Clima, han criticado la concesión y la consideran incompatible con la ambición climática que Brasil pretende exhibir en la COP30 que se celebrará en Belém en noviembre. Ese organismo ha anunciado que recurrirá judicialmente la autorización, al calificar el proyecto de “desastroso desde el punto de vista ambiental, climático y de la biodiversidad” y sostener que la medida “sabotea” la cumbre.

En el ámbito político, la medida revela divisiones dentro del gabinete: el presidente Luiz Inácio Lula da Silva defendió la apertura de una nueva frontera petrolera con el argumento de que los ingresos derivados de la actividad permitirán financiar políticas sociales y la transición energética; por el contrario, la ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva, se ha manifestado en contra de ampliar la explotación petrolera a nuevas áreas. Estas discrepancias han sido públicas y han puesto de manifiesto el difícil equilibrio entre objetivos de desarrollo económico y de conservación ambiental.

Petrobras y el Gobierno justifican la exploración por el hallazgo de importantes yacimientos en zonas cercanas —como los descubiertos frente a las costas de Guyana—, que han aumentado el interés de la industria en la región ecuatorial. Además, la compañía ha señalado motivos contractuales para acelerar las operaciones: el buque sonda que realizará los sondeos había sido contratado por un plazo que, según sus responsables, estaba próximo a vencer.

La proximidad temporal entre el inicio de la prospección y la celebración de la COP30 aumenta la dimensión simbólica y política del asunto: mientras Belém será sede de reuniones preparatorias y de la fase negociadora de la cumbre climática, un buque sonda operará mar adentro en la desembocadura del Amazonas. La COP30, con la presencia prevista de jefes de Estado y posteriormente de negociadores, pretende consolidar compromisos internacionales sobre reducción de emisiones, plazos de transición y mecanismos de financiación para enfrentar la crisis climática.

El proyecto del bloque 59 sintetiza las tensiones estructurales de Brasil como país con grandes reservas petroleras y, al mismo tiempo, con una responsabilidad destacada en la protección de la Amazonia. Brasil es hoy uno de los principales productores de petróleo a nivel mundial y el plan oficial apunta a incrementar la producción en la próxima década, con la meta de escalar posiciones entre los principales productores para 2030. La ejecución de las prospecciones y los resultados que arrojen tendrán implicancias ambientales, jurídicas y políticas, y serán observados de cerca por la comunidad internacional y por actores locales y federales preocupados por la biodiversidad y la gobernanza territorial en la región del delta del Amazonas.