Familias en incertidumbre: Hamás entregó 4 de 28 cuerpos y aún quedan rehenes muertos en Gaza
Un grupo terrorista afirma haber entregado los cadáveres de Guy Illouz, Yossi Sharabi, Bipin Joshi y el capitán Daniel Pérez, mientras Israel advirtió que la identificación de los cuerpos podría tardar hasta 48 horas.
Hamas entregó este lunes cuatro de los 28 cuerpos de rehenes que había acordado devolver en el marco de un alto el fuego. Según el grupo, los restos corresponden a Guy Illouz, Yossi Sharabi, Bipin Joshi y el capitán Daniel Pérez, aunque deben someterse a peritajes forenses para confirmar la identidad. El antecedente de entregas con errores aumenta la inquietud: en febrero se dio un ataúd con la foto de Shiri Bibas, la argentina asesinada junto a sus hijos Kfir y Ariel, que luego resultó contener el cuerpo de otra mujer tras los análisis pertinentes.
La decisión de entregar solo cuatro cuerpos provocó indignación y profundo malestar entre las familias de las víctimas aún desaparecidas. El anuncio se produjo tras la liberación de 20 rehenes vivos y en un contexto político sensible —entre otras cosas, por la visita de Donald Trump—, por lo que muchos familiares consideraron que la medida vulnera el espíritu del acuerdo alcanzado.
El acuerdo original preveía la devolución de los restos de todos los rehenes fallecidos en poder de Hamas. No obstante, días antes del plazo acordado el grupo había señalado dificultades para localizar todos los cadáveres, y la inteligencia israelí había estimado que podrían recibirse entre siete y quince cuerpos. El enviado especial estadounidense, Steve Witkoff, advirtió también sobre posibles obstáculos logísticos y de localización que complicarían la recuperación de algunos restos.
Las entregas incompletas y los antecedentes de errores en la identificación alimentan la desconfianza y el dolor de las familias, que exigen transparencia en los procedimientos forenses y en las comunicaciones entre las partes. Mientras tanto, las autoridades y organismos internacionales involucrados enfrentan el desafío de verificar las identidades y de gestionar las consecuencias humanitarias y políticas de una negociación que sigue siendo frágil.