El sur de Francia respira con alivio tras la contención de uno de los incendios forestales más graves de las últimas décadas, pero la amenaza persiste. Autoridades locales advirtieron que las altas temperaturas, que en los próximos días podrían superar los 42 °C, y los vientos secos podrían reavivar las llamas en cualquier momento.

El fuego, que arrasó unas 16.000 hectáreas de vegetación en el departamento de Aude, se cobró la vida de una mujer de 65 años y dejó más de dos decenas de heridos, entre ellos 19 bomberos. Un residente sufrió quemaduras graves y otro cuatro resultaron con lesiones leves.

Las pérdidas materiales son considerables: 36 viviendas y más de 20 cobertizos agrícolas quedaron destruidos. La tragedia también golpeó al sector ganadero. En Fontjoncouse, la criadora de cabras Emmanuelle Bernier perdió 17 animales —varias hembras preñadas— y buena parte de sus tierras de pastoreo. “Estoy extremadamente enojada. Esto cambiará mi vida por completo”, afirmó, aunque reconoció que aún mantiene algo de esperanza al ver que “todavía queda un poco de vida” en su terreno.

El incendio, considerado el mayor en al menos 50 años en la zona, requirió la movilización de 1.300 bomberos y decenas de medios aéreos. Las ráfagas de hasta 50 km/h complicaron las labores de extinción, en un contexto de ola de calor que golpea a buena parte de la región mediterránea.

Meteo France prevé que las temperaturas alcancen su punto máximo entre lunes y martes, manteniendo condiciones propicias para nuevos focos. Los expertos alertan que este tipo de desastres serán cada vez más frecuentes e intensos en Europa debido al calentamiento global, afectando de forma especial a los más vulnerables, como ancianos y niños.