Impacto del calor urbano: ¿Pueden las ciudades europeas volverse inhabitables?
Las altas temperaturas que afectan a gran parte de Europa han generado una notable preocupación entre los habitantes de las ciudades, quienes experimentan el impacto del fenómeno conocido como "efecto isla de calor", lo que ha llevado a diversas adaptaciones urbanas que, sin embargo, plantean interrogantes sobre su efectividad
El verano de 2025 ha estado marcado por la repetición de olas de calor que han afectado a diversas regiones de Europa. Este fenómeno climático, cuyo impacto se ha acentuado en las áreas urbanas, ha traído consigo una serie de efectos adversos que han llamado la atención de expertos y autoridades. En este contexto, el efecto conocido como isla de calor urbano (Urban Heat Island, UHI) se ha convertido en un tema central de discusión. Este efecto, que provoca temperaturas significativamente más altas en las ciudades en comparación con las áreas rurales circundantes, ha sido objeto de análisis por parte de especialistas como Niels Souverijns, un experto en clima de la empresa VITO en Bélgica, quien ha señalado que "este efecto de isla de calor urbano afecta a ciudades de toda Europa, elevando las temperaturas en dos, tres, e incluso cuatro grados en comparación con el medio rural".
Las estadísticas proporcionadas por el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea son reveladoras: durante las temporadas estivales, las temperaturas superficiales en las ciudades pueden llegar a ser entre 10 y 15 grados Celsius más altas que en las zonas rurales. Esta situación es preocupante, dado que aproximadamente el 40% de la población europea reside en áreas urbanas, lo que convierte al fenómeno en un desafío significativo para la salud pública.
Un estudio realizado por la Escuela Nacional de Salud Pública NOVA de Portugal ha revelado un incremento del 18,9% en los ingresos hospitalarios durante los días de ola de calor, lo que pone a prueba la capacidad de respuesta de los sistemas de salud locales. La población más vulnerable, compuesta por ancianos y niños pequeños, enfrenta un riesgo elevado, especialmente aquellos con condiciones de salud preexistentes, como enfermedades respiratorias o cardiovasculares.
El fenómeno del efecto isla de calor urbano se origina a partir de múltiples factores, incluidos los materiales utilizados en la construcción, la densidad de edificaciones y el tráfico intenso. Según el climatólogo Wim Thiery de la VUB, "los materiales como el asfalto y el cemento absorben el calor durante el día y lo liberan lentamente por la noche, lo que contribuye a que las temperaturas urbanas se mantengan elevadas incluso después de la puesta del sol". Además, la configuración arquitectónica de las ciudades, con edificios altos y calles estrechas, tiende a atrapar el aire caliente, dificultando el flujo natural del viento que podría ayudar a enfriar el ambiente.
El impacto del efecto isla de calor urbano también presenta un componente socioeconómico. En muchas urbes, este fenómeno se agrava en las áreas más desfavorecidas, donde la urbanización densa y a menudo desregulada se combina con condiciones de vivienda inadecuadas y escaso acceso a espacios verdes. Thiery destaca que en los barrios más acomodados, que suelen estar más alejados del centro, es común encontrar una mayor cantidad de áreas verdes, lo que contribuye a mitigar las altas temperaturas. En Bruselas, por ejemplo, la desigualdad económica se refleja en el acceso a espacios naturales, lo que deja a las poblaciones más vulnerables expuestas a temperaturas extremas.
De cara al futuro, se prevé que el efecto isla de calor urbano se intensifique debido al cambio climático. El climatólogo Wim Thiery advierte que las temperaturas están aumentando más de lo que se había anticipado, y que los días de calor superan en promedio los 4 grados Celsius en Europa. No obstante, existen medidas que las ciudades pueden implementar para mitigar este fenómeno. Entre las soluciones propuestas se encuentran la creación de corredores de viento, el diseño de techos y fachadas verdes, así como el aumento de la vegetación y un uso más eficiente del agua. Souverijns enfatiza la necesidad de rediseñar las ciudades para reducir la cantidad de superficies de hormigón.
En Bruselas, las autoridades han comenzado a adoptar diversas estrategias para combatir las olas de calor. Un ejemplo es la provisión de información adicional a los residentes sobre precauciones a tomar durante los días calurosos, incluyendo la creación de mapas interactivos que indican la ubicación de fuentes de agua potable y áreas sombreadas. El concejal de clima del Ayuntamiento de Bruselas, Frederik Ceulemans, ha expresado el compromiso de la ciudad por adaptar su entorno, planteando la plantación de árboles y la creación de espacios verdes. Sin embargo, tanto Thiery como Souverijns coinciden en que la adaptación no es suficiente por sí sola. Es imperativo que las autoridades se enfoquen en la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero, ya que la falta de acción podría llevar a un escenario en el que las ciudades se vuelvan inhabitables.
Según Souverijns, "si no se reducen las emisiones de CO2 a cero, podríamos enfrentar un "tsunami de calor" que afecte gravemente la habitabilidad de las ciudades, tal como ya se observa en algunas regiones de India y otros países cercanos a la línea ecuatorial". En resumen, el efecto isla de calor urbano es un desafío complejo que involucra factores climáticos, sociales y económicos. La respuesta de las ciudades debe ser integral, combinando medidas de adaptación y mitigación para garantizar un futuro más sostenible y habitable para sus habitantes.