En una cumbre histórica mundial sobre el futuro de la Iglesia celebrada en el Vaticano, la Iglesia católica dio un paso adelante al anunciar que permitirá que las mujeres se ordenen como diaconisas, una función que precede al sacerdocio. Este anuncio se realizó ante representantes del Sínodo, una asamblea compuesta por obispos y laicos de diversas partes del mundo.

 Los líderes dejaron en claro que "no hay motivos que impidan a las mujeres asumir" más responsabilidades, aunque la propuesta generó división entre los presentes. El informe final, aprobado por el Papa Francisco, sostiene que “esta reflexión debe continuar”.

El documento es el resultado de tres años de trabajo, donde se involucraron a fieles de distintas partes del mundo, buscando ampliar la participación femenina en la Iglesia. A diferencia de lo habitual, el Papa decidió publicar este informe de inmediato, sin elaborar una exhortación apostólica con indicaciones.

De acuerdo con datos de la Santa Sede, se registraron 258 votos a favor de esta iniciativa, frente a 97 en contra. Este debate, que años atrás parecía impensable, ha sido interpretado como un intento de atraer a nuevos fieles y de limpiar la imagen de la institución, especialmente en el contexto de los numerosos casos de abusos perpetrados por sacerdotes.