La administración del presidente Donald Trump ha anunciado un posible vínculo entre el consumo de paracetamol (acetaminofén) durante el embarazo y un mayor riesgo de autismo en la descendencia. El anuncio, realizado en un acto en la Casa Blanca con la presencia del secretario de Salud Robert F. Kennedy, ha suscitado debate inmediato en la comunidad científica y alarma en la opinión pública.

Trump afirmó que el acetaminofén "puede asociarse con un riesgo muy elevado de autismo" y recomendó que las mujeres limiten su uso durante la gestación salvo en casos clínicos necesarios, como fiebres muy altas. El presidente también planteó que el incremento sostenido en los diagnósticos de trastornos del espectro autista en las últimas décadas apunta a factores ambientales o de exposición que están siendo "tomados" por la población.

Medios estadounidenses habían anticipado que el anuncio incluiría además la hipótesis de una interacción entre el consumo prenatal de paracetamol y niveles bajos de folato (vitamina B9), dado el papel del folato en el desarrollo cerebral y de la médula espinal del feto.

El paracetamol, comercializado en EE. UU. como Tylenol, es uno de los analgésicos más empleados y, tradicionalmente, considerado seguro en el embarazo para el alivio del dolor y la reducción de la fiebre, frente a otros antiinflamatorios con efectos adversos conocidos en la gestación. Las sociedades médicas advierten que no tratar la fiebre en la embarazada puede conllevar riesgos serios, incluida la aparición de complicaciones maternas y fetales.

En consonancia con estas recomendaciones médicas, el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos (ACOG) ha emitido un comunicado reiterando que el acetaminofén es una de las pocas opciones seguras disponibles para estas pacientes y advirtiendo contra alarmismos que puedan disuadir a las gestantes de tratar síntomas que, sin control, podrían ser dañinos. El ACOG recordó, además, que los trastornos del neurodesarrollo son multifactoriales y complejos, por lo que es difícil atribuirlos a una sola causa.

Hasta la fecha, la literatura científica no ha establecido una relación causal entre acetaminofén prenatal y autismo. Estudios observacionales han mostrado asociaciones leves en algunos casos, mientras que otros trabajos de gran escala no encontraron indicios de efecto causal. Por ejemplo, un estudio sueco con 2.500.000 de niños en 2024 no identificó vínculo causal entre el paracetamol prenatal y autismo u otros trastornos del neurodesarrollo. A la vez, revisiones que agrupan múltiples estudios han señalado asociaciones pero han subrayado las limitaciones metodológicas y la imposibilidad de inferir causalidad.

Investigaciones europeas y japonesas han sugerido que las asociaciones observadas podrían deberse a factores de confusión —como condiciones ambientales o la composición genética y de salud de los progenitores— o a diferencias en la detección y clasificación de los trastornos.

El nombramiento de Robert F. Kennedy al frente del Departamento de Salud y sus previas posturas críticas respecto de las vacunas han generado inquietud en la comunidad científica. Desde su llegada, Kennedy impulsó una revisión y reconfiguración de comités técnicos en agencias sanitarias, lo que ha alimentado desconfianzas sobre la orientación de las políticas públicas en materia de salud.

Frente al anuncio presidencial, la farmacéutica Kenvue —fabricante de Tylenol— rechazó cualquier vínculo entre su producto y el autismo y aconsejó a las mujeres embarazadas consultar con su médico antes de tomar medicamentos. La noticia provocó caídas en la cotización de la compañía en bolsa, reflejando la preocupación de los mercados ante la posible repercusión de las declaraciones oficiales.

En síntesis, el comunicado de la Casa Blanca plantea una hipótesis sobre un riesgo potencial que aún no cuenta con consenso científico ni evidencia causal sólida. Las autoridades médicas profesionales mantienen la postura de que el acetaminofén sigue siendo una herramienta segura para el manejo del dolor y la fiebre en la gestación cuando se usa conforme a indicaciones, y recomiendan a las gestantes discutir con sus profesionales de salud las opciones de tratamiento más apropiadas según cada caso. La comunidad científica coincide en la necesidad de más investigación robusta y bien diseñada para aclarar cualquier posible relación y guiar políticas basadas en evidencia.