Vuelta a clases más cara en España: impacto de la inflación en uniformes, libros y mochilas
La reciente encuesta de la OCU muestra que los estudiantes de centros públicos afrontan un gasto de 2.223 euros menos respecto a los de enseñanza concertada y de 7.000 euros menos que los de la privada.
Con el final del verano a la vuelta de la esquina y la sensación de calma previa al inicio del ciclo lectivo, muchas familias en España comienzan a medir la llamada “cuesta de septiembre”. Un estudio reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) europea, aunque centrado en datos comparativos, ofrece un espejo útil para quienes piensan ya en el presupuesto del ciclo 2025–2026: plantea un desembolso medio anual por hijo de 2.390 euros —casi 4.000.000 de pesos— y pone en evidencia la heterogeneidad de costos según el tipo de institución educativa y la región de residencia.
El análisis revela diferencias significativas en la carga económica que afrontan las familias. En colegios públicos, el gasto medio se sitúa en 1.221 euros por alumno; en establecimientos concertados sube hasta 3.444 euros; y alcanza los 8.283 euros en colegios privados. En términos locales, esas variaciones resuenan con fuerza: una escuela pública implica costos menores en cuotas, útiles y materiales, mientras que los centros privados concentran desembolsos mucho mayores por matrícula, actividades extracurriculares y aranceles adicionales.
Concepto | Importe (euros) | Equivalente aproximado (pesos argentinos) |
---|---|---|
Desembolso medio por hijo (año) | 2.390 | casi 4.000.000 |
Colegio público | 1.221 | casi 2.000.000 |
Colegio concertado | 3.444 | casi 5.000.000 |
Colegio privado | 8.283 | más de 13.000.000 |
La dinámica inflacionaria también aparece en la radiografía: el incremento de precios estimado varía según el tipo de colegio. Los privados muestran la suba más alta, con un aumento aproximado del 4% respecto al período anterior; los públicos experimentan un incremento cercano al 2%; y los concertados registran un alza más moderada, en torno al 1%. Esos porcentajes, aplicados sobre bases dispares, traducen un impacto distinto en el bolsillo según la elección educativa.
Para las familias argentinas, donde la planificación financiera suele hacerse en pesos y con la incertidumbre de la inflación como telón de fondo, estas cifras sirven como referencia orientativa más que como espejo exacto. Los rubros que suelen fijar la mayor parte del presupuesto escolar son: uniformes y guardapolvos, útiles y libros, tecnología (tablets o computadoras cuando son requeridas), cuotas y matrículas, transporte y actividades complementarias, además de gastos puntuales como viajes de estudio o seguro escolar.
En la práctica, la diferencia entre un colegio público y uno privado no solo se mide en euros o pesos, sino en la composición del gasto: mientras en el sistema público prevalecen gastos variables y de menor cuantía, en el privado cobran peso partidas fijas como mensualidades y cuotas por servicios. Asimismo, dentro del mismo tipo de colegio existen disparidades por ubicación geográfica: la ciudad frente al interior, barrios con mayores costos operativos y centros que ofrecen programas extracurriculares más extensos.
Ante ese escenario, especialistas en consumo y asesores financieros suelen recomendar a las familias anticipar la lista de necesidades, comparar precios entre comercios y proveedores, revisar la posibilidad de reutilizar materiales de años anteriores y evaluar opciones de financiamiento con tasas transparentes. También sugieren consultar los calendarios escolares y las listas oficiales para evitar compras innecesarias, y considerar el uso de mercados secundarios o agrupaciones vecinales que permitan compras comunitarias a menor costo.
Si bien los valores mencionados provienen de una estimación que toma como referencia euros y modelos europeos, su lectura adquiere utilidad local al transformar esa referencia en pesos y al adaptar los rubros a la realidad de cada hogar. Para muchas familias argentinas, organizar el presupuesto escolar implica además contar con una reserva para imprevistos y distribuir los pagos de forma que no comprometan la economía familiar en los meses de mayor presión.
En definitiva, la vuelta al cole para 2025–2026 se perfila como un desafío económico que exige previsión. Conocer las diferencias por tipo de colegio y evaluar cada componente del gasto son pasos necesarios para enfrentar con mayor certidumbre la llamada “cuesta de septiembre”.