Desde hace un buen tiempo, los consumidores deben enfrentar la realidad de que, cuando hacen sus compras de supermercado deberán acomodarse, en ciertas categorías, a lo que haya disponible en la góndola o heladera.

Los faltantes de azúcar, manteca, aceite o arroz ya son una constante, pero también se extiende a otras en momentos determinados. Y si bien siempre suele haber alguna opción, la variedad de marcas es notoriamente acotada.

En el marco del relevamiento mensual sobre la evolución de las ventas minoristas que realiza la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), la entidad planteó que los comerciantes de todo el país –se consultó a 1.241 comercios minoristas la semana pasada- reportaron faltantes de azúcar, aceite, arroz, variedades de fideos, quesos y fiambres, entre otros productos.

La escasez más importante se da en el azúcar y se debe al clima: la zafra se retrasó por la falta de lluvias y el stock del año pasado no alcanza para abastecer a los negocios. El poco producto que hay disponible se comercializa con cupos y, en muchos casos, con aumentos de precios. Recién se espera que la situación se normalice a fines de este mes.

Ha habido en algunos momentos faltantes en algunas marcas, pero no el producto en sí. La más notoria fue el azúcar, por el poco stock con el que llegó la nueva zafra, producto de la sequía”, comentó Rubén David, gerente mayorista de un supermercado.

En este sentido, David sumó que a esta problemática se sumó que el azucar no venía teniendo un precio demasiado competitivo, por lo que varios productores se habían inclinado por otros cultivos, como los cereales. Por esta combinación de factores, se dio una baja de entre el 30% y 40% en la producción. Al hacer un recorrido virtual por las páginas web de algunos supermercados, se encuentra que en uno sólo está disponible la marca Azucel y una opción de azúcar mezclado con edulcorante; en otro también está únicamente esa marca; mientras que en un tercero hay cuatro etiquetas (y una tiene dos opciones: de azúcar común y premium).

La única marca que se puede encontrar en los tres comercios consultados tuvo un aumento, entre enero y julio, del 77% en su precio: pasó de $253 a $448.

El arroz es otro producto con el que los consumidores pueden pensar con nostalgia en aquellos momentos en los que sabían que siempre iban a encontrar su marca y variedad elegida.

En la “góndola virtual” de uno de los negocios hay apenas 8 opciones -entre largo fino, integral, doble y parboil-, aunque en otro ya trepa a 15 y en el restante a 16 etiquetas. Con el aceite de girasol, la situación es bastante diferente según el negocio del que se trate. En uno de los supermercados hay 8 etiquetas y no están las primeras marcas más tradicionales de esta categoría; en otro hay 9 opciones, entre ellas una primera marca; y en el restante de los consultados, se amplía a 15, con amplia oferta de marcas.

Cuando se trata de comprar manteca, la variedad también es reducida: algunas veces se puede elegir entre apenas dos o tres marcas, y en otras, la oferta de tamaños también es mínima (lo que no da la opción de comprar paquetes de 100, 200 o 500 gramos); a veces, incluso, se combinan.

En uno de los comercios hay siete opciones (una de ellas versión light), de cuatro marcas; en otro, se amplía a 10; y en el tercero, a 13 (una para untar y otra sin sal).

Faltaron algunos productos porque no había disponibilidad de marcas. Pero en nuestro negocio nadie se va sin el producto, por ahí cambia la marca. También se da que nosotros no compramos cuando vemos que algún proveedor se excede con los precios, pero los clientes pueden consumir otras opciones”, dijo el empresario.

Asimismo, añadió que atrás quedaron los faltantes que también habían producido las compras masivas de los turistas chilenos, algo que se ha calmado por las complicaciones con el paso Cristo Redentor y las inclemencias climáticas.

CAÍDA DEL CONSUMO

Con las crisis, las familias tienden a orientar sus consumos hacia los productos esenciales, como alimentos. Sin embargo, incluso este rubro viene teniendo una caída de consumo. CAME presentó su análisis de la evolución de las ventas minoristas en junio, que muestran una caída del 3,6% con respecto al mismo mes de 2022.

En lo que se refiere específicamente a alimentos y bebidas, el retroceso interanual alcanza el 4,1% anual (a precios constantes), mientras que la merma acumulada en el primer semestre del año, en comparación con los seis primeros del pasado, es de 1,4%.

Al respecto, Rubén David expresó: “La caída del consumo es real. Se ha sentido fuerte en junio. Es algo que estamos mirando y nos proecupa, porque uno prepara todo el personal, los gastos y una serie de inversiones, siempre pensando en crecer. La caída del consumo te pega en todo este pronóstico que haces”.

Uno de los motivos que explica esto es la suba del precio de los alimentos. Aunque recién el jueves se conocerá el Índice de Precios al Consumidor de junio, en mayo, según el Indec, Alimentos y bebidas no alcohólicas tuvo una suba del 117,8% con respecto al mismo mes del año pasado; en tanto que el nivel general fue de 114,2%.

Esto, pese a que, en el quinto mes de 2023, la suba de este rubro estuvo un par de puntos por debajo del IPC general: 5,8% versus 7,8%. El aumento acumulado en el precio de alimentos y bebidas en lo que va del año es, también según el Indec, de 49,4%. Pero se trata de un promedio y los consumidores pueden notar que, en el caso de algunos productos específicos, el incremento es bastante superior; mientras que, en otros, en particular los incluidos en el programa Precios Justos, puede ser inferior. /Los Andes