La citrícola San Miguel consiguió socio en Sudáfrica y va por más fondos para su expansión
San Miguel avanza con su proceso de reconversión estratégica. Después de recibir en mayo un crédito de u$s 22 millones del Banco de la República Oriental del Uruguay (BROU) para financiar la ampliación de su planta de Paysandú, la citrícola sumó un socio para su proyecto en Sudáfrica, que aportó u$s 13 millones para la construcción de su nueva fábrica en ese país. Además, su grupo de control, las familias Miguens Bemberg y Otero Monsegur, inyectaron u$s 44 millones a través de un préstamo sindicado, convertible en acciones.
Ahora, la citrícola va por más. Mientras trabaja en una nueva emisión de acciones -sería después de las elecciones-, la empresa también reabrió su plan de obligaciones negociables (ON). Prevé lanzar, entre fines de este mes e inicios del próximo, la serie 9 de sus títulos por hasta u$s 45 millones. Buscará renovar las series 5 y 7, que vencen en enero y febrero. Con la operación, SAMI -tal cual su sigla bursátil- quiere aprovechar la ventana de mercado para despejar vencimientos de corto plazo.
Además, no aumentará deuda ni exposición en el mercado de capitales: de los u$s 95 millones que vencerán en el primer bimestre de 2024, u$s 39 millones ya están en cartera de la empresa. Esto, a su vez, facilitará el uso del préstamo de los accionistas para completar las inversiones industriales.
"Todos estos pasos son para fortalecer la estructura de capital y continuar financiando nuestro plan de reconversión", explica Pablo Plá, CEO de la empresa.
Fundada hace 69 años, San Miguel es la principal productora y exportadora de limones del hemisferio sur y el mayor industrializador de ese cítrico en el mundo, con un share del 16% de la molienda global.
Su objetivo es ampliar esa participación al 20%, luego de inaugurar, en mayo del año próximo, las plantas de Uruguay y Sudáfrica. Con esas instalaciones, su capacidad total de molienda crecerá 60%, desde las 300.000 toneladas anuales que hoy tiene en Famaillá, Tucumán.
Le brindará, también, una condición única: ser proveedor "multiorigen", clave en un mercado expuesto al cambio climático.
El año pasado, la empresa activó su plan de reconversión estratégica, que implicó su salida del negocio de fruta fresca -vendido a la española Citri & Co.- y su concentración en el menos volátil -y, en consecuencia, más sustentable- segmento de productos industriales del limón: jugos y pulpa, aceites y esencias, y cáscara. Estos últimos son, en su mayoría, insumos utilizados por distintas industrias, en especial, la elaboración de alimentos y bebidas. Eso significa que se mueven con contratos de largo plazo (25 años en promedio), lo que da mayor estabilidad y previsibilidad al flujo de ingresos que la venta de un commodity.
En tal sentido, San Miguel tiene 200 clientes en más de 50 países. Entre ellos, PepsiCo, AB Inbev, Cargill, DuPont y Danone.
En 2022, San Miguel facturó $ 13.909 millones, un 17% más que en 2021. El resultado neto fue una pérdida de $ 9488 millones, rojo 126% superior al del año previo. La deuda neta se redujo de u$s 246 millones a u$s 166 millones, debido a la venta de su negocio de fruta fresca, que incluyó fábricas en Perú y Sudáfrica. En el primer semestre de 2023, registró ingresos por $ 3909,14 millones, más de 100% que un año antes. La pérdida neta fue de $ 5156,6 millones, 28,5% inferior a la que tuvo a junio de 2022.
"Si uno mira para atrás, encuentra pérdidas. Los inversores ven para adelante", contrasta Plá. Por eso, dice, la inyección de capital de los controlantes, primer desembolso de ese tipo en dos décadas y, en cierta forma, un anticipo de la emisión de acciones nuevas que la asamblea general de la empresa aprobó en junio y que se lanzaría antes de fin de año.
Esa proyección a futuro, también, fue el factor que definió el préstamo del BROU -u$s 22 millones de los u$s 31 millones del proyecto- y el ingreso de African Pioneer Group (APG) como socio minoritario en Sudáfrica.
Liderado por el emprendedor Stephen Dondolo -quien recorrió la semana pasada el complejo de San Miguel en Tucumán-, además de capital -u$s 13 millones sobre u$s 20 millones que insumirá la planta-, APG aportará su conocimiento del mercado sudafricano, donde opera como una Black Empowerment Enterprise, por lo que accede a incentivos especiales en su país. San Miguel mantiene negociaciones con otros potenciales inversores.
"El 90% de nuestra venta está dolarizado y con contratos a largo plazo. Cualquier gobierno que asuma ajustará el tipo de cambio. Con lo cual, nuestra ecuación financiera, en todos los escenarios, mejorará", afirma Plá. "Hoy, la empresa tiene una valuación de mercado de entre u$s 40 millones y u$s 50 millones. Sólo por lo que prevemos en nuestro modelo de negocios, puede crecer entre cuatro y seis veces, a entre u$s 200 millones y u$s 300 millones", asegura el CEO./cronista.com