Una noche bochornosa por donde se la mire fue el adecuado telón de fondo para una nueva frustración de San Martín, esta vez eliminado de local por Deportivo Riestra, en un partido en el que el local contaba con todas las ventajas pero no encontró los argumentos futbolísticos ni anímicos para hacer valer esa condición.

Y por si fuera poco, además de la ferrea y casi siempre desleal resistencia del visitante, se encontró con la sospechosa impericia de Diego Ceballos, uno de los peores árbitros que se hayan visto en las canchas argentinas, quien ignoró una clara falta previa al único gol, varios penales de Nicolás Dematei, una patada en la nuca contra un jugador de San Martín que estaba en el suelo y otras tantas omisiones que fueron caldeando los ánimos en una Ciudadela convertida en caldera.

De fútbol poco y nada, porque no se puede jugar al fútbol en medio del clima que se vivió en Pellegrini y Bolivar. Pero a San Martín también le faltó carácter. Ese empuje, ese temperamento que tamtas veces fue el arma con la que otros planteles se sobrepusieron a todas las adversidades, para terminar imponiendo autoridad en su casa, ese fortín en el que solía ser imposible ganar para los visitantes, más aún en una instancia decisiva.

Nada de eso se vió anoche. Al contrario, por momentos los de rojo y blanco parecían apichonados por la prepotencia del rival, y faltos de reacción ante la evidente flata de ecuanimidad del árbitro, que hasta se permitió apurar a Buca para que se reincorporara, ya sobre el final del partido, tomándole la pierna acalambrada para ayudarlo a elongar. Una escena grotesta que terminó de pintar de cuerpo entero la falta total de capacidad del mal llamado juez del partido.

Un conventillo

Al final el partido terminó convertido en un conventillo en el que la gente arrojó de todo al campo de juego, los futbolistas se dedicaron a pelearse, Ceballos se dedicó a dialogar con los bancos, la seguridad y la Policía, hasta el punto que se adicionaron 7 minutos de los cuales no se jugó más que uno.

Así, el pitazo final del árbitro sentenció otra desilusion para San Martín, en un epílogo lamentable que interpela a todos. Empezando por la dirigencia, que deberá reaccionar con todas las herramientas a su alcance ante el bochornoso arbitraje. Pero también al cuerpo técnico, que tendrá que analizar detenidamente qué pasó en el tramo final del torneo para que, aún teniendo todo para jugar la final por el primer ascenso, el equipo terminó eliminado de local y con todas las ventajas deportivas.

Porque ya consumado el fracaso, vienen a la memoria aquellos otros partidos en el tramo final, en el que San Martín debía ganar y terminó empatando ante Güemes, frente a Morón, o no pudo pasar del 0 a 0 con Almirante Brown. Ni hablar del partido que le ganaba a Defensores de Belgrano, para terminar derrotado, sin argumentos futbolísticos y sin reacción.

Las gradas quedarán vacías por un largo tiempo y los sufridos hinchas deberán ver los ascensos por TV. La dirigencia tendrá tiempo de sobra para decidir qué hacer, sabiendo que no queda margen para otro fracaso. 

Al final, detrás de las gradas y en la zona de vestuarios, la furia de los hinchas terminó mal orientada, agrediendo a periodistas, entre ellos nuestro compañero Alejandro Condorí, quien no hacía otra cosa que informar lo que sucedía, como lo hace cada vez que juega un equipo tucumano.