Durante su declaración, la exvicepresidenta hizo hincapié en la violencia simbólica que enfrentó durante su mandato, afirmando: "No soy feminista, pero tampoco estúpida", en un claro cuestionamiento a la falta de apoyo que recibió de ciertos sectores feministas en momentos críticos.

Kirchner mostró fotografías de su persona con un ojo morado y recalcó que, a pesar de ser la primera presidenta electa mujer, sufrió agresiones en su condición de mujer sin recibir el respaldo de quienes se identifican con el feminismo. "Nunca, nunca, nadie dijo nada sobre esto", destacó, aludiendo a la indiferencia que sintió ante la violencia de género que enfrentó en su rol público.

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La exmandataria también criticó al periodismo, señalando que "ninguna de las mujeres periodistas" se pronunció al respecto, y expresó su descontento con el tratamiento que se le dio a su figura en los medios. Kirchner recordó cómo las tapas de diarios de la época la ridiculizaban, sosteniendo que esto no solo reflejaba su condición de presidenta, sino también su condición de mujer.

Por último, Kirchner concluyó que, a pesar de no identificarse como feminista, su experiencia es un ejemplo de la persistente violencia que enfrentan las mujeres en la política, y enfatizó que "para mascota del poder no sirvo y no serviré nunca, y eso les molesta". Su declaración busca arrojar luz sobre la violencia de género en el ámbito político, un tema que sigue siendo relevante en la sociedad actual.