La tensión entre el gobierno nacional y el sistema universitario público sigue en aumento. Esta semana, docentes y no docentes de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) se suman a un nuevo paro de 48 horas, previsto para este jueves y viernes, en el marco de una serie de medidas escalonadas que continuarán las próximas semanas con fechas rotativas.

El reclamo gira en torno a la crítica situación salarial y al ajuste presupuestario que viene afectando a las casas de altos estudios desde la asunción de Javier Milei. En ese contexto, desde el gremio ADIUNT aseguran que la protesta debe intensificarse y contar con un mayor respaldo institucional.

“El Gobierno no vino a solucionar, vino con un bidón de nafta a incendiar el conflicto. Nos impusieron un aumento del 7,5% para todo el año, cuando nuestros salarios se devaluaron más del 50% solo en 2024, y más del 100% desde que asumió Milei”, denunció el secretario adjunto de Adiunt, Diego Toscano.

Según Toscano, la situación actual es insostenible. Denunció que un docente con cargo simple cobra apenas $6.250 mensuales en negro. “Es una vergüenza. No buscan resolver los problemas, los agravan. Este es un momento clave para salir masivamente a la calle”, subrayó.

El dirigente gremial también cuestionó la falta de involucramiento de las autoridades universitarias en las protestas.

“No vemos una actitud firme para defender la universidad. El año pasado hubo movilizaciones masivas. Hoy, sentimos que la propia UNT le ha restado cuerpo a la lucha”, criticó.

Preocupación institucional

Desde la Secretaría Académica de la UNT, en cambio, reconocen la legitimidad de los reclamos, aunque expresan su inquietud por las consecuencias de los paros en la actividad académica.

“Comprendemos la situación y somos conscientes de la gravedad, pero también nos preocupa profundamente ver las aulas vacías. Hemos pedido a los gremios que evalúen medidas que no impacten tan directamente en la vida institucional”, manifestó Carolina Abdala, secretaria Académica.

Abdala también se refirió a la realidad presupuestaria que enfrenta la universidad tras los recortes del Ejecutivo nacional.

“Pese a las tensiones políticas, venimos gestionando para sostener los proyectos iniciados, pero el ajuste se siente. Afecta no solo lo material, sino también lo emocional: influye directamente en cómo nos predisponemos a enseñar”, sostuvo.

La pulseada entre el Gobierno y las universidades públicas parece lejos de resolverse. Mientras las protestas se profundizan, en Tucumán crece el reclamo por un mayor compromiso institucional para visibilizar el conflicto y evitar que la crisis termine paralizando el funcionamiento académico.