Un “grito federal” contra Javier Milei: los gobernadores que le disputan fondos y ahora también votos
La gran novedad de la semana fue la alianza de cinco gobernadores de distintos partidos, que buscan captar en las legislativas de octubre a quienes rechazan la polarización entre el Presidente y Cristina Kirchner. La incógnita es cuánto puede complicar esta jugada los planes del oficialismo libertario y del kirchnerismo.
En los últimos meses, los gobernadores se han convertido en actores centrales de la política nacional, gracias a una nueva capacidad de coordinación, con distintos formatos y objetivos.
El primer acuerdo que los unió fue la disputa por una mayor porción de los recursos nacionales, que derivó en una serie de proyectos de ley para automatizar transferencias del Tesoro a las provincias.
Luego llegó otro gesto, más simbólico que práctico pero igual de potente: el faltazo al 9 de Julio en Tucumán, que forzó al propio Javier Milei a inventar una excusa meteorológica para justificar su ausencia. El resultado fue evidente: quedó expuesto el debilitamiento de la autoridad presidencial frente a los líderes provinciales.
El último movimiento es más ambicioso. Un grupo de gobernadores —cinco por ahora, pero con más posibles incorporaciones— avanza hacia una lista compartida de candidatos al Congreso, con el lema “grito federal”. Una referencia probable al histórico Grito de Alcorta, el alzamiento rural de 1912 que tuvo epicentro en Santa Fe y Córdoba, dos de los distritos involucrados.
¿Por qué este nuevo protagonismo?
Durante años, la cooperación entre gobernadores fue mínima. Ahora, sin embargo, los une algo más que el interés fiscal. Los sellos partidarios tradicionales ya no les dicen nada, y el futuro político de sus carreras no parece ligado ni al PJ, ni a la UCR, ni al PRO.
En ese vacío, se sienten todos “provincialistas” —algunos por convicción, otros por necesidad—, y eso les permite compartir diagnósticos, reclamos e incluso listas, más allá de las diferencias ideológicas.
El otro gran impulsor del bloque federal es el propio Milei. Su gobierno, al igual que otras experiencias no peronistas recientes, carece de base territorial sólida, lo que fomenta una lógica de voto dividido: muchos ciudadanos apoyan a su gobernador local en elecciones provinciales, pero a Milei en el plano nacional.
Eso ocurrió en 1983, en 1999, en 2015. Pero en 2023 se extendió a todo el país.
Los mandatarios provinciales saben que su reelección en 2027, o la de sus sucesores, depende de mantener esa separación entre lo nacional y lo local. Para lograrlo, necesitan varias condiciones:
- Elecciones desdobladas,
- Coaliciones locales amplias y flexibles,
- Y recursos: para garantizar gestiones con salarios al día, obras públicas y servicios básicos.
De ahí que el Consejo Federal de Inversiones (CFI) se haya vuelto epicentro de encuentros regulares, con iniciativas legislativas coordinadas, como las que afectaron al impuesto a los combustibles o los ATNs.
Pero ahora van por más. Además de los recursos y de frenar la “territorialización” de LLA, quieren disputar el voto nacional en las elecciones de octubre. No solo resistir, sino sumar bancas propias en el Congreso.
Los protagonistas
Los gobernadores de Córdoba, Santa Fe, Jujuy, Chubut y Santa Cruz ya dieron el primer paso. Es probable que se sumen más. Entre ellos, Gustavo Valdés (Corrientes), quien semanas atrás vivió un cortocircuito con LLA: los libertarios le exigieron que resignara la lista de legisladores nacionales a cambio de un apoyo electoral que él no consideraba imprescindible. Luego, lo dejaron afuera, presentando su propia lista en ese distrito.
Esa actitud encendió una alarma: la idea de que Milei busca “borrar” a sus aliados. Los pone en la misma bolsa que Macri o Cristina. Frente a eso, los jefes provinciales decidieron plantarse.
Y tienen algo importante para jugar: también son parte del recambio.
Ninguno de los integrantes del “grito federal” era gobernador antes de 2023, ni tenía gran proyección nacional. Al igual que Milei, son hijos de la renovación, y quieren disputar la bandera del cambio. Para eso necesitan mostrarse como parte de la solución, no del problema.
¿Hay espacio para una tercera voz?
Las encuestas muestran que muchos votantes rechazan la opción binaria Milei vs. K, como ocurrió en 2023 hasta el balotaje. Y hoy el espacio del centro político está vacío: el PRO, la UCR y el peronismo federal ya no convocan ni ordenan.
En ese contexto, los gobernadores creen que la única voz alternativa posible tiene que venir “desde el llano”, del interior. El “grito federal” se propone ocupar ese lugar.
¿Podrán lograrlo si lo único que comparten es lo que no son? ¿Puede sobrevivir una alianza cuya premisa es que ninguno brille demasiado? ¿Puede una “cooperativa de pares” reemplazar a los liderazgos fuertes?
Es difícil. Pero por ahora, el mensaje es claro: “queremos estabilidad, pero no atropello”, “el superávit está bien, pero debe respetar al país federal”, “no queremos volver al pasado, pero el futuro no puede ser tan improvisado”.
La polarización puede volver a imponerse. Pero no hay que descartar que este grupo logre insertar una cuña en la lógica binaria, colocar legisladores propios y mantener una bancada articulada, no con partidos nacionales, sino con estos gobernadores que cada vez representan más que sus sellos políticos.