Café molido vs. instantáneo: qué recomiendan consumir
Cada forma de preparar esta bebida implica un tratamiento distinto de la materia prima, una modificación en su composición química y una serie de efectos fisiológicos.
En los últimos años, el consumo de café se convirtió en un hábito extendido y un campo fértil para la investigación nutricional.
A partir de estos hallazgos, nutricionistas y especialistas en salud pública empezaron a revisar las recomendaciones tradicionales, prestando atención no solo a la cantidad, sino a la forma en que se consume esta bebida milenaria.
Cuál es la diferencia entre el café molido y el instantáneo
Según explican expertos, el café instantáneo se elabora a partir de granos previamente tostados y molidos que luego son transformados en un extracto concentrado.
Este se deshidrata mediante dos procesos industriales: secado por aspersión o secado en frío, lo que da lugar a cristales o gránulos listos para disolver en agua caliente.
En cambio, el café molido implica un tratamiento más corto y menos industrial. Este tipo de café se produce a partir de granos frescos que se muelen justo antes de su preparación, conservando así una mayor frescura y perfil aromático.

A nivel práctico, el instantáneo se destaca por su rapidez y facilidad de uso, ya que no requiere equipamiento ni limpieza.
Según indican, basta con disolver una cucharada en agua caliente para obtener una bebida lista al instante.

El molido, en cambio, exige prensa francesa, filtros o cafeteras especiales, y un proceso más laborioso que puede tardar entre 4 y 10 minutos.
Otra distinción importante radica en la materia prima. El café molido suele provenir de la variedad arábica, reconocida por su perfil más complejo y menos amargo.
Por su parte, el instantáneo generalmente se elabora a partir de robusta, un grano más económico, amargo y con mayor contenido de cafeína.
¿Cuál de los dos es más beneficioso para la salud?
El café molido tiene una composición nutricional superior: contiene más antioxidantes, mayor cantidad de potasio (115 mg frente a 30 mg por cada 100 g) y conserva mejor las propiedades derivadas del grano arábica, que se recolecta mediante procesos más técnicos y controlados.

En términos de cafeína, el medio The Healthy asegura que el café molido contiene cerca de 96 mg por taza, mientras que el instantáneo aporta unos 63 mg.
Esto se debe a que el proceso de deshidratación del café soluble reduce su concentración de cafeína.
El café instantáneo tiene una ventaja inesperada: contiene una mayor cantidad de antioxidantes como los melanoides, compuestos que favorecen la salud intestinal y ofrecen protección celular, tal como explicó a Telegraph, Pál Maurovich-Horvat, de la Universidad Semmelweis de Budapest.
No obstante, este beneficio viene acompañado de un riesgo. El café instantáneo contiene el doble de acrilamida que el molido, un compuesto clasificado como “probable carcinógeno” por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC).
Además, desde una perspectiva ecológica, el café molido también resulta preferible. El proceso industrial del café instantáneo requiere más energía debido al tiempo de tostión y deshidratación, lo que incrementa su huella ambiental.