Como padres, es imposible que logremos proteger a nuestros hijos de todas las situaciones y problemas que deberán afrontar a lo largo de su vida. Los niños deben crecer y desarrollarse en ambientes en que los padres no estamos presentes para echarles una mano.

Sin embargo, tenemos una herramienta fundamental para ayudar a los niños a que sean autosuficientes y puedan tomar sus propias decisiones: la autoestima.

Autoestima en niños: varias aclaraciones previas

Fundamentalmente, podemos decir que la autoestima infantil se empieza a conformar en base a las relaciones que establece con las personas de su entorno cercano: padres, hermanos (si los tiene), maestros y compañeros de juego.

La autoestima se expresa a través de las emociones y sentimientos que el niño muestra y depende en buena medida de su autoimagen y de su percepción de autoeficacia. Si el niño se percibe confiado en sus propias habilidades y capacidades, lo más natural es que desarrolle una autoestima alta. En caso contrario, si el niño no confía en su potencial y tiene una mala percepción de sus capacidades y habilidades, irá consolidando ciertas ideas y sentimientos negativos hacia sí mismo, conduciendo a una autoestima baja.

El papel de los padres en el bienestar emocional del niño

Como padres, tenemos la gran responsabilidad de fomentar una buena autoestima en nuestros hijos.

En muchas ocasiones, la baja autoestima infantil está muy relacionada con los malos hábitos y las dinámicas relaciones disfuncionales que aprendimos de nuestros progenitores. Si no damos importancia a estos aspectos en la crianza de los niños, corremos el riesgo de que crezcan y vayan consolidando algunos sentimientos negativos y una mala percepción sobre sí mismo.

10 estrategias, técnicas y trucos para aumentar la autoestima de tu hijo

Sin más preámbulos, vamos a conocer cuáles son las mejores ideas para cuidar la autoestima de tu hijo/a.

1. Ser un modelo a seguir

Es una de las estrategias más efectivas: si eres un modelo positivo para tu hijo, él aprenderá de tu manera de ser y de hacer. Los niños aprenden imitando a los adultos. Por tanto, no es efectivo que les ordenemos tener ciertos hábitos y costumbres si luego nosotros, como padres, somos los primeros en actuar de la forma contraria.

Si el niño observa que eres una persona que no se valora a sí misma, que se está quejando todo el día y que rehúye sus tareas y responsabilidades, lo más natural es que acabe adoptando este modelo negativo y se acabe pareciendo a ti. Por este motivo es necesario que cuidemos de nuestra propia autoestima, además de nuestros hábitos y valores.

2. Poner límites y normas

Es importante que como padres logremos establecer límites y normas claras para que nuestros hijos se desarrollen correctamente. Estos límites no solo le hacen saber que hay cosas que no deben hacerse, sino que les transmiten un marco de interacciones en que se pueden sentir cómodos y seguros, y por tanto sentar las bases de una buena autoestima.

Evidentemente, estos límites han de ser coherentes y razonables.

3. Censurar el error, no la persona

Hay distintas maneras de corregir a nuestro hijo cuando comete un error: podemos regañarle y criticarle personalmente o podemos enfocar nuestra observación en la conducta inapropiada.

Es esencial que como padres entendamos que hay que evitar hacer sentir al niño excesivamente culpable del error que ha cometido, porque podría darse el caso de que asocie el error cometido con su propia personalidad. Por tanto, no debemos usar frases del estilo “no sirves para nada”. Céntrate en la conducta y no emitas juicios de valor sobre el niño.

4. Valorar el esfuerzo, no el resultado

Cuando iniciamos un camino, no debemos reducir todo al resultado final sino al reto que ha supuesto recorrerlo y en el desarrollo personal y la experiencia que hemos adquirido intentando lograr nuestros objetivos.

Hemos de ser conscientes de que el esfuerzo que hemos invertido en esa actividad que tanto nos motiva es mucho más importante que el hecho de si hemos podido llegar a los objetivos que nos habíamos propuesto, o no. Por esta razón es fundamental que valoremos el esfuerzo de los niños, incluso en el caso de que por alguna circunstancia no haya podido realizarla con éxito. De este modo podremos hacerle notar que si se esfuerza en las cosas podrá ir avanzando adecuadamente, y que los obstáculos que se vaya encontrando solo serán temporales.

5. Detectar y corregir sus creencias limitantes

El pensamiento racional de los niños pasa por distintas fases de maduración, y esto implica que no siempre sigan una coherencia lógica. En ocasiones, pueden estar nutriendo ciertos pensamientos irracionales y erróneos sobre ellos mismos, cosa que puede afectar negativamente a su autoestima./ PyM

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