Las proteínas son uno de los pilares de la alimentación saludable. Según la Escuela de Salud Pública de Harvard, cumplen funciones vitales: participan en la formación y reparación de tejidos, fortalecen el sistema inmunitario, regulan hormonas y neurotransmisores, y ayudan a mantener la masa muscular y ósea.

Una dieta adecuada en proteínas también favorece la cicatrización, la salud de la piel y la regeneración celular.

Además, este nutriente contribuye a la sensación de saciedad porque regula la hormona del hambre (grelina) y exige un mayor gasto energético en la digestión que otros macronutrientes.

En promedio, los adultos necesitan unos 0,75 gramos de proteína por cada kilo de peso corporal al día. Las demandas pueden aumentar en personas mayores, sedentarias o en quienes realizan ejercicio físico intenso.

Las proteínas son uno de los pilares de la alimentación saludable.
Las proteínas son uno de los pilares de la alimentación saludable.

Cinco señales de alerta ante un déficit

Un informe de la Fundación Española de la Nutrición, citado por Infobae, identifica síntomas claros que pueden indicar una ingesta deficiente:

Debilidad muscular: el organismo prioriza funciones vitales y utiliza el tejido muscular como reserva. Con menos de 0,45 gramos por kilo de peso, aumenta el riesgo de pérdida de fuerza.

Mayor riesgo de infecciones: la producción de anticuerpos depende en gran parte de las proteínas. Un sistema inmunitario debilitado se refleja en resfriados y gripes frecuentes.

Cansancio persistente: la falta de proteínas altera el equilibrio metabólico y hormonal, generando fatiga continua.

Fracturas y fragilidad ósea: una baja ingesta reduce la densidad de los huesos y aumenta las probabilidades de lesiones, sobre todo en adultos mayores.

Antojos de alimentos poco nutritivos: la insuficiencia proteica favorece los picos de azúcar en sangre y la búsqueda de snacks o dulces, en lugar de comidas más saciantes.

Reconocer estas señales es clave para ajustar la dieta a tiempo y evitar complicaciones a largo plazo.

Una dieta adecuada en proteínas también favorece la cicatrización, la salud de la piel y la regeneración celular.
Una dieta adecuada en proteínas también favorece la cicatrización, la salud de la piel y la regeneración celular.

Cómo mejorar la ingesta diaria

Cubrir los requerimientos de proteína no implica recurrir siempre a suplementos. Los especialistas recomiendan combinar fuentes animales y vegetales para garantizar un buen aporte de aminoácidos esenciales:

Proteínas animales: carnes magras, pescados, huevos, leche, yogur griego y quesos bajos en grasa.

Proteínas vegetales: legumbres como lentejas y garbanzos, quinoa (rica en los nueve aminoácidos esenciales), frutos secos y semillas.

Cereales integrales: trigo, arroz y avena, que al combinarse con legumbres mejoran la calidad proteica.

En desayunos o meriendas, sumar yogur griego o un puñado de frutos secos puede marcar la diferencia.

La quinoa, por su perfil nutricional, se destaca como alternativa vegetal completa. También es posible incorporar proteínas en polvo en preparaciones cotidianas, aunque no siempre es necesario si la dieta es variada.

La importancia de la prevención

Mantener un consumo suficiente de proteínas es una estrategia sencilla para preservar la masa muscular, la salud ósea y el buen funcionamiento del sistema inmunitario.

Harvard y la Fundación Española de la Nutrición coinciden en que una dieta equilibrada y adaptada a cada etapa de la vida es la mejor herramienta de prevención.

Detectar a tiempo las señales de déficit —cansancio, debilidad, antojos, mayor vulnerabilidad a infecciones— permite actuar antes de que se produzcan complicaciones mayores.

La clave está en diversificar las fuentes y ajustar la alimentación a las necesidades personales, siempre con el acompañamiento de profesionales de la salud o la nutrición.

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