Adolescentes fallecen súbitamente en Córdoba
Amadeo Ruiz y Facundo Arias Prieto, ambos de 13 años, fallecieron mientras realizaban actividades físicas, según informaron fuentes oficiales. Las autoridades investigan las circunstancias y se aguardan peritajes para determinar la causa exacta.
En menos de una semana, la provincia de Córdoba registró dos muertes súbitas de adolescentes que se encontraban realizando actividades físicas, hechos que despertaron conmoción y preocupación en la comunidad. El primero de los casos ocurrió el 11 de septiembre y tuvo como víctima a Amadeo Ruiz, de 13 años, integrante de la octava división del Club Atlético San Lorenzo, del barrio Las Flores de la ciudad de Córdoba. El menor se descompuso durante una práctica deportiva y, según el parte médico del Hospital de Niños, los profesionales constataron muerte súbita.
Cuatro días después, el 15 de septiembre, falleció Facundo Arias Prieto, también de 13 años, alumno del Instituto Provincial de Educación Media (I.P.E.M.) Arturo Illia, de Villa Carlos Paz. Facundo se sintió mal durante una clase de educación física en una plaza próxima a su escuela, fue trasladado al Hospital Sayago y los médicos confirmaron su fallecimiento por muerte súbita. La fiscal Jorgelina Gómez ordenó la realización de una autopsia para avanzar en la investigación de las posibles causas.
Ambos episodios conmueven particularmente por tratarse de adolescentes que, en apariencia, gozaban de buena salud. La recurrencia en un lapso tan breve reaviva la inquietud sobre los controles médicos previos a la práctica deportiva y sobre las causas que pueden desencadenar una muerte súbita en personas jóvenes.
¿Qué se entiende por muerte súbita?
El cardiólogo Néstor Rodolfo Benítez, cofundador del Examen Médico para la Mediana y Alta Competencia (Emmac), definió el concepto como la cesación brusca e inesperada de la función cardiorespiratoria: el cese abrupto de la actividad del corazón y del sistema respiratorio. Según Benítez, la principal etiología corresponde a causas cardíacas. En jóvenes, muchas veces se trata de arritmias graves o cardiopatías congénitas o adquiridas que pueden permanecer subclínicas hasta que un desencadenante provoca el desenlace fatal.
El especialista indicó además que, aunque el electrocardiograma (ECG) es una herramienta útil, no siempre evidencia alteraciones previas. Por ello, la determinación de riesgo exige la valoración experta de un profesional idóneo y, en ocasiones, estudios complementarios más específicos. En adolescentes que realizan actividad física, existen señales de alarma que deben motivar una evaluación: fatiga inusual, sensación de ahogo, dolores torácicos o molestias durante el esfuerzo. Estos síntomas pueden orientar hacia una posible etiología cardiogénica y ameritan estudios adicionales.
Respecto a la certificación requerida para las prácticas deportivas, la normativa y los requisitos varían según la institución y el nivel de competencia. En el ámbito escolar y en clubes amateurs suele solicitarse una certificación médica que avale la aptitud para realizar actividad física; para competencias federadas o de mayor exigencia, se suelen requerir evaluaciones más completas que incluyan, además del examen clínico, electrocardiograma y, en algunos protocolos, ecocardiograma, prueba de esfuerzo y estudios complementarios según la sospecha clínica. Organismos y profesionales especializados recomiendan que la certificación para actividades de mediana y alta competencia sea expedida tras un examen realizado por un cardiólogo o médico del deporte capacitado, que pueda interpretar tanto la historia clínica como los hallazgos de estudios complementarios.
Un dilema que subyace a estos hechos es que la muerte súbita no siempre ocurre en el contexto de ejercicio ni en situaciones de estrés físico: puede sobrevenir en cualquier momento del día, lo que dificulta la predicción y prevención completas. Por eso, la prevención se apoya en tres ejes complementarios: detección precoz de síntomas y factores de riesgo (mediante historia clínica y exámenes adecuados), protocolos de evaluación y certificación adaptados al nivel de actividad, y medidas de respuesta inmediata (capacitación en reanimación cardiopulmonar y disponibilidad de desfibriladores externos automáticos en espacios deportivos y escolares).
Finalmente, los casos de Amadeo y Facundo, aún en investigación, resaltan la necesidad de fortalecer la cultura del control médico adecuado en jóvenes deportistas y de mejorar la difusión de signos de alarma entre familiares, docentes y entrenadores. La combinación de una evaluación profesional rigurosa y de medidas de emergencia implementadas en ámbitos deportivos y educativos constituye la estrategia más efectiva para reducir la incidencia de episodios letales inesperados.