Brote de hepatitis A en Argentina: impacto y respuesta sanitaria
Recientemente, se han registrado 69 casos en 13 distritos, lo que ha llevado al Ministerio de Salud a declarar al país como zona de brote, generando atención sobre la situación epidemiológica.
La hepatitis A es una enfermedad viral que provoca una inflamación del hígado, afectando su funcionamiento y que se caracteriza por su alta contagiosidad. En el contexto argentino, esta enfermedad ha vuelto a ocupar un lugar destacado en la agenda sanitaria nacional, especialmente tras el registro de 69 casos durante el primer semestre de 2025, cifra que casi iguala los 70 casos reportados en todo el año 2024, según el Boletín Epidemiológico Nacional (BEN).
Este aumento significativo ha llevado al Ministerio de Salud de la Nación a declarar al país en zona de brote y a emitir alertas sobre una curva ascendente de contagios que supera los valores esperados para esta época del año. La doctora Gabriela Poblete, médica infectóloga y coordinadora de la Comisión de Hepatitis en la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), ha explicado que el incremento en los casos es notable, considerando que entre 2019 y 2023 la media de casos anuales oscilaba entre 20 y 55, con un promedio de 31. Este cambio en la tendencia ha suscitado preocupación, dado que el número de casos confirmados en 2025 ya supera el total notificado en el mismo periodo del año anterior.
La hepatitis A se transmite principalmente a través de la ingesta de agua o alimentos contaminados con materia fecal, así como por contacto cercano con individuos infectados. A diferencia de otros tipos de hepatitis, como la B o C, la hepatitis A no se considera una enfermedad crónica, aunque puede provocar complicaciones severas, especialmente en niños que no han sido vacunados. Uno de los cuadros más graves es la hepatitis fulminante, que puede llevar a una insuficiencia hepática aguda.
Desde la inclusión de la vacuna contra la hepatitis A en el Calendario Nacional de Vacunación en 2005, la Argentina había visto una reducción drástica en la incidencia de la enfermedad, pasando de ser un país con alta endemicidad a uno de baja. Sin embargo, en la última década se han presentado brotes intermitentes, afectando principalmente a adultos jóvenes, particularmente hombres de entre 20 y 39 años. Los picos de contagio se registraron en 2009, 2012, 2014 y 2018, y las cifras actuales de 2025 han vuelto a poner al país en una situación de riesgo.
Hasta la semana epidemiológica 25 de 2025, se han notificado 69 casos confirmados, lo que indica un aumento significativo en comparación con el promedio anual de los últimos cinco años, que era de aproximadamente 31 casos. La distribución geográfica de los casos muestra que la mayoría se concentra en la región Centro, con 40 casos en total. Las provincias más afectadas incluyen la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la provincia de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. En el NOA, se han registrado 19 casos, siendo Salta la provincia más afectada en esta área. En tanto, Tucumán ha reportado dos casos. En términos de franja etaria, 17 casos corresponden a menores de 20 años, 38 a personas de entre 20 y 39 años, y 14 a adultos mayores de 40 años. Además, se ha observado que la mayoría de los casos son varones, lo que coincide con tendencias previas.
El Ministerio de Salud ha señalado que la propagación de la hepatitis A está asociada a condiciones sanitarias deficientes y prácticas de higiene inadecuadas, una situación común en países de ingresos bajos o medios. Desde el 1 de enero hasta el 6 de junio de 2025, el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas (INEI-ANLIS “Dr. Carlos G. Malbrán”) ha recibido muestras para la caracterización molecular del virus. De un total de 42 muestras, 32 resultaron positivas, permitiendo realizar un análisis filogenético. Los resultados revelaron que la mayoría de las muestras corresponden al subgenotipo IA, agrupándose en dos clados distintos: uno relacionado a casos en personas con antecedentes de viaje a Bolivia y otro en varones adultos con antecedentes de relaciones sexuales entre hombres.
Uno de los hallazgos más destacables fue un caso importado de un paciente que había viajado a la India y cuya muestra presentó el genotipo IIIA, el primero de este tipo identificado en Argentina. Este hallazgo refuerza la importancia de la vigilancia molecular y la necesidad de una respuesta rápida ante posibles brotes. La vacunación sigue siendo la estrategia principal para controlar la hepatitis A en Argentina. Desde 2005, la vacuna se aplica de forma obligatoria y gratuita a los niños a los 12 meses de edad. La respuesta inmune es alta, con un 93% de los vacunados desarrollando anticuerpos a los 15 días y entre el 95% y el 99% al mes.
Además, se recomienda la vacunación para grupos en riesgo, como hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, mujeres trans, trabajadores sexuales, y personas con condiciones especiales de salud. Las medidas preventivas también son cruciales, incluyendo el lavado frecuente de manos y la adecuada manipulación de excretas. La enfermedad no cuenta con un tratamiento específico, lo que hace que la prevención y el seguimiento clínico sean fundamentales para controlar los brotes y evitar hospitalizaciones.