El trasplante que conmovió al país: dos nenes compartían habitación y uno le donó el corazón al otro
Felipe y Luca compartían habitación en el Hospital Italiano. Una decisión desgarradora convirtió su vínculo en un hito de la medicina argentina y en un acto de amor eterno.
En una habitación del Hospital Italiano, dos niños neuquinos enfrentaban juntos la dura realidad de la enfermedad. Paula, madre de Luca, cantaba canciones infantiles cada noche, buscando consuelo en el murmullo melódico que envolvía a su pequeño. Al otro lado de la sala, Pamela, madre de Felipe, le pedía que cantara más fuerte, pues su bebé de un año, conectado a un corazón artificial, también necesitaba escuchar esas notas. Sin saberlo, el destino entrelazaba sus vidas de una manera que cambiaría sus realidades para siempre.
Semanas después, el corazón de Luca, de tan solo dos años, le otorgó una nueva vida a Felipe. El 18 de junio marcó un hito en la medicina argentina, siendo el primer trasplante cardíaco pediátrico realizado con una donación en asistolia controlada; un procedimiento que hasta ese momento solo se había llevado a cabo en naciones como España y Australia.
La historia de Feli: una cuenta regresiva diaria
Felipe nació aparentemente sano, pero a los cinco meses de vida, una bronquiolitis encendió las alarmas. El diagnóstico fue abrumador: miocardiopatía dilatada severa. Su corazón, agrandado, ocupaba casi toda su cavidad torácica. Debido a la gravedad de su condición, lo trasladaron de Neuquén al Hospital Italiano, donde pasó más de siete meses inmovilizado y conectado a máquinas vitales. Durante ese tiempo, sufrió un accidente cerebrovascular, una parada cardíaca y fue finalmente conectado al Berlin Heart, un corazón artificial que nunca antes se había utilizado en un paciente tan pequeño en Argentina.
No obstante, el Berlin Heart no era la solución definitiva. Felipe se encontraba en una lista de espera con otros 12 niños, y cada día que pasaba sin un órgano compatible representaba un riesgo creciente para su vida.
El legado de Luca: un corazón que siguió latiendo en otro cuerpo
Luca había sido trasplantado de hígado, pero su salud se deterioró, llevándolo de regreso al hospital. Durante su estancia, las familias de ambos niños forjaron un vínculo profundo, cimentado por el intercambio de canciones, oraciones y silencios compartidos. Cuando los médicos confirmaron que el organismo de Luca no podía resistir más, sus padres, enfrentando un dolor inimaginable, tomaron la decisión de donar sus órganos, conscientes de que esta acción podía ofrecer esperanza a otros.
El corazón de Luca, enérgico y lleno de vida, se convirtió en el primero en ser donado bajo esta modalidad en pediatría en Argentina. En la madrugada del trasplante, Paula, con un gesto de empatía, se acercó en silencio a Pamela en la sala de espera y le tocó suavemente la espalda. “Ya nos avisaron que se puede”, le dijo, rompiendo el instante en que la esperanza se encontraba en un delicado equilibrio. Pamela, abrumada, no pudo contenerse. Minutos después, una médica confirmó que el procedimiento estaba en marcha: Felipe recibiría el corazón de Luca.
El trasplante que cambió la medicina argentina
El procedimiento fue un avance pionero. La donación en asistolia ocurre cuando el corazón deja de latir y no se ha declarado muerte encefálica, lo que implica un tiempo crítico para la intervención. Todo se llevó a cabo en el mismo hospital, facilitando así un traslado inmediato del órgano. Según el Instituto de Trasplante de CABA, este caso abre nuevas posibilidades para reducir las listas de espera, que actualmente se sitúan en un rango de 20 a 30 trasplantes cardíacos pediátricos anuales. Este avance no solo amplía el número de donantes, sino que también ofrece una nueva oportunidad para aquellos, como Felipe, que luchan contra el tiempo.
Tras el éxito del trasplante, un abrazo emotivo entre los padres de Luca y los de Felipe encapsuló la magnitud del momento. “Ustedes le salvaron la vida a nuestro hijo”, expresó Juan, el padre de Felipe. “Lo logramos”, respondió Paula con lágrimas en los ojos, una respuesta que resonaba con la gratitud y la tristeza que compartían.
El abrazo eterno: amor, vida y memoria
La familia de Feli tomó la conmovedora decisión de que su segundo nombre sea Luca, convirtiéndose en un símbolo de la conexión que perdurará entre ellos. De esta forma, honran al niño que vivió entre canciones y que ahora late en un nuevo cuerpo. Como dijo la madre de Luca en un profundo gesto de amor: los órganos no van al cielo, sino que salvan vidas en la tierra.